Video Oficial: http://www.youtube.com/watch?v=vpOau9ZxQNY
RESUMEN: Kibum tendrá
que decidir que es más importante: hundirse en sus inseguridades o estar junto
a Minho. Porque el alto ya no está dispuesto a que el rubio aparezca y desaparezca
de su vida cuando se le plazca.
PAREJA: Minkey ~
GÉNERO: AU, Romántico,
Drama
CLASIFICACIÓN: +13
ADVERTENCIAS:
No
Notas del OS: esta historia la escribí ya hace algún tiempo, ni siquiera me acordaba, pero creo que de aquí salió otra historia que ya publiqué XD. Como de nuevo desapareció la #$%& flash memory y no puedo actualizar NTEDM, subo esto por si alguien quiere leerlo. ESCUCHEN Y VEAN EL VIDEO, el OS se inspiró en esa linda canción.
-.-
Hacía
un año que no lo veía y sin embargo el rubio no había cambiado mucho en ese
tiempo. Definitivamente eran los mismos ojos gatunos, los mismos pómulos altivos,
los mismos labios acorazonados y sin duda su cabello, aunque había cambiado de
tonalidad seguía siendo rubio y hermosamente brillante.
En
esa ocasión se encontraron “casualmente” en una cafetería y como cada vez que
lo hacían, Kim Kibum era quien tomaba la iniciativa de acercarse. Él, Choi Minho
sonreía por la agradable sorpresa.
¿Cuántas
veces habían hecho lo mismo?
Saludarse,
conversar de lo que había sucedido en sus vidas y luego ir a la casa de Minho
donde pasaban largas horas teniendo sexo. Luego de aquello, Kibum se vestía y
se marchaba agradeciéndole a Minho los buenos momentos.
Pero
esa vez algo fue diferente.
Porque
Minho ya no estaba dispuesto a entregarle todo de sí a Kibum y recibir a cambio
sólo breves momentos a su lado. Amaba a
Kibum pero ya no quería intimar más con él cuando se encontraran porque odiaba
que el rubio simplemente se fuera después del sexo.
—
Esta será la última vez que hacemos esto — sentenció Minho desde la puerta del
baño de su cuarto. — La próxima vez que nos veamos, saludaremos y charlaremos
si tú quieres, pero ya no te traeré a mi casa, ni tendremos sexo. — fingiendo una sonrisa, dijo: — Adiós Kibum,
espero que todo te vaya bien.
Kibum
quien aún yacía en la cama no supo qué decir o hacer, le tomó unos minutos
digerir las palabras del alto. Y luego, consternado y un poco herido, se vistió
y se marchó.
Caminando
por las calles de Seúl, Kibum tomó conciencia de que toda aquella situación y
la actitud de Minho habían sido provocadas por su propia forma de actuar.
Porque
Kim Kibum, quien aparentaba ser una persona llena de seguridad, orgullosa por
sus logros y hasta algo arrogante con las personas que lo rodeaban; en el fondo
era una persona llena de miedos y traumas.
Su
mayor miedo era que el hombre que amaba considerara que no era suficiente para
él.
Sus
padres se divorciaron cuando aún era pequeño, pero todavía recordaba las
constantes peleas, los golpes, los insultos, los gritos, las lágrimas de su
madre. Aquellas escenas se le habían quedado gravadas a fuego en su mente y
cada vez que quería establecerse y decirle a Minho que lo amaba, todos los
malos recuerdos volvían y muchas preguntas surgían:
—
¿Qué tal si les pasaba lo mismo que a sus padres?
—
¿Qué sucedería si no era lo suficientemente bueno para Minho?
—
¿Y si Minho se cansaba de él?
—
¿Y si el amor no era suficiente para mantenerlos unidos?
Amaba
a Minho, tal vez más de lo que nunca había amado a nadie. Pero sus miedos
siempre prevalecían volviéndolo un cobarde, un discapacitado sentimental,
incapaz de expresar lo que sentía.
Debido
a eso, prefería refugiarse en su trabajo como diseñador de modas por lo que
constantemente debía viajar por todo el mundo exhibiendo sus creaciones.
A
sus veinticinco años era muy reconocido en su campo. Muchos pagaban miles de
dólares por sus diseños y otros le ofrecían cantidades iguales por tenerlo en
su cama. Él aceptaba.
¿Qué
más daba?
Solo
era sexo, nunca se entregaba a aquellos por nada más que placer y dinero.
Pero
con Minho era diferente. Cuando viajaba a Seúl hacía de todo por propiciar
encuentros con el alto, encuentros que Minho creía eran coincidencias.
Al
alto se entregaba por amor, por sentir que existían cosas hermosas en el
mundo por las que vivir. Muchas veces
quiso decirle aquellas palabras, pero al final se acobardaba y se iba,
desapareciendo igual de rápido como aparecía.
Era
lógico que Minho se cansara de recibir lo poco que le ofrecía. Había estado haciendo lo mismo
desde que eran adolescentes. Minho procuraba cuidarlo y hacerlo feliz y Kibum
se encargaba de demostrarle lo poco que le importaba su amor.
Aún
así extrañaba esa etapa de su vida, cuando siendo todavía niños pasaban tiempo
juntos; jugando, riendo y coqueteando.
Con
Minho tuvo su primera vez, él había sido su primer novio y pudieron ser más que
eso de no ser por su inseguridad y miedos. Un buen día, después de que culminaran el colegio; terminó con él
alegando razones estúpidas y viajó para estudiar en París, en donde además de
formarse como un excelente profesional, aprendió a ocultar su verdadera forma
de ser y a fingir frialdad y despotismo.
Trató
de olvidar a Minho acostándose con quien
quisiera hacerlo pero de nada sirvió. El alto nunca salió de su mente y
corazón, por eso decidió que aunque no podía estar con él como pareja,
aprovecharía cada oportunidad para tenerlo en la cama. Solo con eso se
conformaría.
Por
algún tiempo, su plan había funcionado, pero ahora que Minho ya no quería
seguirle el juego, no sabía qué hacer para estar cerca de él.
Pasó un año desde que Minho le dijera que ya no se acostaría con él. En ese
tiempo viajó a Londres y se estableció ahí. Todo había transcurrido como
siempre en su vida, pero una noticia recibida por parte de su amigo Taemin,
cambió todo lo establecido en su rutina.
Minho
se iba a casar.
¡Con una mujer!
¿En
qué estaba pensando el alto?
¿Es
que a sus veintisiete años negaría su homosexualidad?
¿Desde
cuándo estaría saliendo con esa mujer?
Pero ese matrimonio se realizaría sobre su cadáver.
No lo iba a permitir. ¡No y no!
Le
urgía viajar a Seúl para impedir aquel casamiento, por eso hizo todo lo posible
para terminar con todos sus asuntos de trabajo pendientes. Una vez que los finiquitó,
viajó apresuradamente a su país natal.
Minho
arreglaba el nudo de su corbata frente al espejo de su habitación. Ese día
comenzaría una nueva etapa de su vida junto a una mujer maravillosa. No podía
decir que la amaba pero sí la quería y respetaba. Creía que eso sería
suficiente para ser feliz.
Con
ella tendría la familia que siempre quiso y que sus padres tanto insistían en
que tuviera. Porque ellos nunca aceptaron su orientación sexual. A su padre
casi le había dado un infarto cuando le confesó que era gay. Más bien, Minho se
consideraba bisexual pero seguro que eso mucho menos lo entenderían.
Bueno, ahora ya todo aquello era pasado. Después de la boda, se dedicaría a su esposa completamente. Sabía que ella lo amaba y con el tiempo estaba decidido a amarla de igual forma.
Bueno, ahora ya todo aquello era pasado. Después de la boda, se dedicaría a su esposa completamente. Sabía que ella lo amaba y con el tiempo estaba decidido a amarla de igual forma.
Una
vez que estuvo listo, salió de su casa rumbo a la Iglesia en donde se llevaría
a cabo la ceremonia de casamiento.
Iba
a subir a su auto cuando otro vehículo frenó ruidosamente frente a él. Sus ojos
se ampliaron por la sorpresa que le causó ver a quien bajaba de aquel auto. Era
Kibum.
—
¡Minho, por favor no te cases! — rogó el rubio, lanzándose a los brazos del
alto.
—
¿Pero qué haces aquí, Kibum? — inquirió Minho mientras lo separaba de su
cuerpo.
—
¡No voy a permitir que te cases¡ ¿Entendiste? ¡Y con una mujer! ¿En qué diablos
estás pensando, Minho?
—
Kibum, esa es mi decisión y tú nada tienes que ver con ella, así que por favor,
no te metas en lo que no te incumbe.
—
Minho, por favor no te cases — sollozó el rubio. — Yo sé que te he causado
mucho daño, pero ¿Qué será de mí si tú te casas?
—
¡¿Y ahora me lo vienes a decir?! — gritó el alto enfadado. — Tú simplemente
continuarás con tu vida como hasta hoy.
—
No lo entiendes Minho, yo te necesito. Te necesito en mi vida. Aunque sea solo
por unas horas, aunque sea solo en la cama.
—
Es justamente por eso que me voy a casar, Kibum. Porque tú sólo quieres algo
rápido y sin compromiso. Pero yo no, yo quiero a una persona que esté a mi
lado, a la que pueda amar y por la que me sienta amado. Además tú nunca podrías
darme hijos… — Minho sabía que eso último había sido muy cruel, demasiado bajo.
—
¿Es eso entonces? Si quieres hijos, podemos adoptarlos y te prometo que los
amaré como si fueran propios — ofreció el rubio con la voz entrecortada por el
llanto.
—
¿Qué, por qué harías eso? Tú siempre dijiste que te gustaban los niños pero
sólo para cuidarlos por un momento…
—
Porque te amo. Lo he hecho desde que nos conocimos. Pero siempre he tenido
miedo de no ser lo suficientemente bueno para ti — confesó angustiado Kibum, con el rostro cubierto de
lágrimas.
Minho,
asombrado por aquella confesión se quedó callado por un momento, tratando de no
ceder. Pero era tan difícil después de ver al rubio llorar desesperadamente.
“Miedo”
había dicho Kibum, “miedo a no ser lo suficientemente bueno para él”
¿Cómo
podía decir eso?
Si
Kibum siempre había sido su adoración, lo más sagrado y hermoso de la Tierra.
—
¿Por qué nunca me lo dijiste? No confiaste lo suficiente en mí como para
decirme lo que sentías. Simplemente decidiste darte por vencido y terminar lo
nuestro — reprochó el alto.
—
Lo sé y me arrepiento de eso, de no haberte contado lo que pasaba por mi
cabeza. Cuando era niño, viví un infierno en mi casa. Los recuerdos de mi niñez
consisten en imágenes de violencia, golpes, gritos, llanto. La relación de mis
padres era horrible y no quiero que nos pase lo mismo…
—
No hay razón para que eso suceda. Tu padre era un abusador y tu madre no tenía
voluntad propia. Nosotros no somos así, en nada nos parecemos a ellos. Estoy
seguro de que si me atreviera a ponerte un dedo encima o a gritarte, me
mandarías al demonio, me fulminarías con la mirada y nunca volvería a saber
nada de ti — bromé el alto tratando de aligerar el ambiente.
—
Tienes razón. Aún tengo miedo pero no puedo perderte, no quiero hacerlo. Decidí
que tenerte en mi vida es más importante que cualquier temor o trauma que
tenga. — sorbiendo la nariz continuó: —Yo quiero, deseo con todo mi corazón que
estemos juntos el resto de nuestras vidas, que nuestro amor no se acabe. Sé que
todo no puede ser risas y felicidad en una relación, que se presentan problemas
y riñas, pero me gustaría que pudiéramos solucionarlos conversando, dialogando
y no con gritos e insultos… no
soportaría que nos separáramos después de haber vivido tantas cosas
juntos…
—
Está bien, bebé. Te entiendo y créeme que solucionaremos nuestros problemas
juntos, siempre dialogando. Te prometo que no te dejaré, superaremos lo malo y
lo feo unidos… — aseguró el alto, tomando la mano de Kibum.
—
¿Eso quiere decir que no te casarás y me darás una oportunidad? — preguntó
esperanzado el rubio, limpiando sus lágrimas con la mano que Minho no sostenía.
—
Sí — y ante aquella simple palabra, ambos sonrieron felices, porque por fin
estarían juntos como una pareja de verdad. — Pero estaba pensando que aquello
de adoptar niños, será difícil, casi imposible… — razonó el alto.
—
En este país, sí. Por eso yo quería proponerte algo… — ante el asentimiento de
Minho, Kibum habló —: Vámonos de aquí, mudémonos a Ámsterdam, allí la gente es
muy tolerante, podemos casarnos e iniciar el papeleo para que nos permitan
tener un niño…
—
Has pensado en todo ¿Verdad? ¿Estabas seguro de que aceptaría estar contigo?
—
No, no estaba seguro. Pero si tenía la esperanza de que lograría convencerte,
porque te amo.
—
Dios, no sabes cuánto me gusta que lo digas. Repítelo… — pidió Minho, abrazando
posesivamente a su rubio.
—
Te amo, te amo, te amo… — repitió incesantemente picoteando los labios de
Minho.
—
Yo también te amo, mi amor — correspondió el alto.
Kibum
dibujaba nuevos patrones para sus diseños, cuando un niño de cinco años entró a
su estudio:
—
¡Papi, papi! Papá me está siguiendo, no quiero que me encuentre, escóndeme ¿sí?
— pidió el pequeño haciendo un lindo pucherito.
—
Está bien, amor. — dijo Kibum divertido, cargando a su hijo para colocarlo en
medio de un montón de telas esparcidas en un rincón del lugar, le dio un beso
en la frente y le cubrió con varias de aquellas telas. — Debes hacer silencio,
para que papá no te encuentre ¿de acuerdo?
—
Sí papi — contestó el pequeño en un susurro.
Minho
entró sigiloso al estudio, por lo que ni Kibum ni el pequeño escucharon sus
pasos. Cuando se dieron cuenta, ya era tarde. Minho los sorprendió en plena
travesura.
—
Buuuuu — soltó Minho en tono agudo asustando a su esposo e hijo.
—
¡Aaaahhh Minho, casi me matas de un susto! — reclamó Kibum, colocando una mano
en el pecho.
—
Lo siento, gatito. De todas formas, ya te encontré Yoogeun, así que sal con las
manos en alto — ordenó a su hijo en son de broma.
—
¡Qué mal, papá! Papi tiene la culpa, no me escondió bien… — se quejó el pequeño
con ojitos tristes.
—
No hijo, papi no tiene la culpa. Lo que pasa es que yo soy muy bueno en este
juego — se envaneció el alto ante el pequeño.
—
Mentira — aseguró Yoogeun sonriendo. Minho comenzó a hacerle cosquillas para
que riera aún más. Le encantaba escuchar las risas de su hijo.
Kibum
miraba enternecido aquella escena. Su esposo y su hijo. Los amores de su vida.
Ahora estaba seguro de que la mejor decisión tomada fue haber impedido que
Minho se casara con aquella mujer.
Después
de que Minho no asistiera a la ceremonia de casamiento. Sus padres dejaron de
hablarle, pero poco o nada le importó, porque ya mucho tiempo había vivido
haciendo lo que ellos querían. Era momento para que tomara las riendas de su
vida y comenzara a forjar su propio destino.
Y
su destino, su vida era Kibum, su hermoso gatito.
No
fue fácil dejar todo atrás, pero lo hicieron. Se mudaron a Amsterdam, a “El Grachtengordel”,
un
hermoso barrio residencial de la capital holandesa. Kibum mudó su taller de
diseño a la inmensa casa que compraron. Minho inició su propia empresa de
asesoría financiera.
Una vez que estuvieron establecidos, se casaron. Fue una ceremonia muy
especial, sobre todo porque sus amigos más cercanos hicieron el esfuerzo de
acompañarlos.
Lo siguiente fue iniciar los trámites de adopción. En honor a la verdad,
había sido un trámite muy engorroso, sin embargo sintieron que cada minuto
había valido la pena cuando tuvieron en sus brazos al pequeño Yoogeun quien
había sido abandonado por su madre con apenas un mes de nacido.
Yoogeun se convirtió en lo más preciado para ambos. En un tesoro que
debían cuidar celosamente. Así lo hicieron. La mirada de felicidad de Yoogeun
era la prueba. Minho y Kibum habían entregado lo mejor de sí para que su hijo
creciera colmado de amor y seguridad.
Sí, definitivamente su familia, Minho y Yoogeun, era lo único que Kibum
necesitaba para ser feliz. Con su amor
habían logrado que el rubio superara sus miedos y aunque su vida en pareja no
estaba libre de problemas, siempre los solucionaban, como lo que eran, una
familia.
PSD: vean el video oficial para apoyar al artista y tengo sueñooooo.
3 comentarios:
snif...snif...snif!! me encanto, fue tan lindo :3
awww me encanta que te encante(?) Gracias por leer!!
wahhh tu pagina y one shot estan fenomenal!!
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