Mi amor por tí (One Shot)



RESUMEN: Kibum y Minho han sido novios desde pequeños, pero ¿Qué pasa cuando el rubio quiere darse un tiempo para conocer a otras personas?

PAREJA: Minho-Key => Minkey ~ <3


GÉNERO:      Romántico, Drama


CLASIFICACIÓN:   +13


ADVERTENCIAS:   lemon (leve)
 
ONE SHOT

¡¡Bueno!! Dejo este one shot que me demoré en escribir, pero que logré terminar. wiiii!!el primero que termino!! y ya, espero que no haya muchas faltas de ortografía y que esté medio coherente, si no ya lo iré corrigiendo y aqui va...



<3 .~. <3


Todas las personas que se encontraban cerca de aquella pareja, los miraban con respeto y envidia. Y no podría ser de otra manera tratándose de Choi Minho, capitán del equipo de fútbol, natación y atletismo; y de Jung Kristal la presidenta del Consejo Estudiantil y capitana del equipo de animadoras. 

Había muchos chicos y chicas que darían cualquier cosa por ser la novia o el novio de uno de ellos. Aquella pareja era considerada la realeza de ese colegio, por ser los más hermosos, populares y adinerados del lugar. Su relación se había hecho pública hace una semana, pero eran novios desde hace meses o eso creían todos.

Había un chico  en especial que no estaba feliz con la noticia de la nueva pareja. Kim Kibum,  rubio de ojos gatunos, pómulos elevados y boca acorazonada, que después de ver a Choi y Jung tomados de la mano, corrió con los ojos empapados en lágrimas hacia los baños. Su mejor amigo Lee Taemin fue tras él, preocupado por la reacción del rubio.

Kibum estaba mirándose en el espejo, apoyando sus manos en el lavamanos. El espejo reflejaba un hermoso rostro, pero sus ojos evidenciaban una profunda tristeza y sus labios temblaban tenuemente. Taemin entró al lugar y se puso al lado de su amigo, sabía que debía estar sufriendo por la relación entre Minho y Krystal, y lo único que podía hacer era darle su apoyo -: Tranquilo Kibum, pronto terminará el año escolar y no los verás más – le dijo Taemin

- Lo odio, Tae – susurró el rubio sin dejar de observar su reflejo
- Sabes que no es cierto, tú lo amas. Y también sabes que si no hubieras terminado con él, nada de esto estuviera pasado.

Y Kibum sabía que Taemin tenía razón.

Él mismo, debido a su orgullo e inmadurez, se había encargado de alejar a Minho, su siempre amado Minho. 

Si tan sólo pudiera regresar el tiempo…


Kibum y Minho se conocían desde pequeños, sus madres eran amigas inseparables, por lo que habían decidido junto a sus maridos mudarse al mismo conjunto residencial. En realidad, la casa de uno estaba al frente de la casa del otro.

Con apenas ocho años, el moreno y el rubio ya se habían vuelto novios. A pesar de ser muy pequeños, sabían que querían estar juntos. Sabían que el cariño que sentían no era de amigos, mucho menos de hermanos, era algo más fuerte, era amor.

Sus padres al principio, se asustaron por su relación tan cercana, incluso trataron de separarlos, pero con el tiempo entendieron que sus hijos tal y como eran, juntos, eran felices.

Cuando cumplieron once años, fueron más conscientes de lo que conllevaba una relación de novios. Pasaron de las inocentes caricias y cogidas de manos a los tiernos besos y palabras de amor. Por supuesto que querían estar siempre juntos, por lo que ingresaron a la misma secundaria y al mismo salón. Pero nadie sabía de su relación, eso fue decisión de Kibum, porque se dio cuenta de que una relación entre dos hombres no era normal como lo había creído siempre y porque la gente no veía de buena manera las demostraciones afectivas entre chicos. Así se lo había dicho a Minho, y aunque el de los grandes orbes no lo había entendido, aceptó; porque él hacía todo lo que su gatito le pedía.

Minho consideraba que con el tiempo, Kibum aceptaría decirles a todos sobre su relación, pero nada había cambiado. 

Tenían quince años y cada vez era más difícil para Minho no darle uno que otro beso a su novio, o tomarlo de la mano o simplemente estar abrazados cuando estaban en el colegio, y más cuando veía que de a poco su hermoso novio se iba alejando de él. No entendía por qué si no debían demostrarse su cariño frente a los demás, el rubio sí coqueteaba con sus compañeros de clase, reía y hasta salía a divertirse con ellos. Le había pedido una explicación, pero Kibum se enojó con él, por ser posesivo y celoso -: Tengo derecho a divertirme con mis amigos, Minho- le dijo en alguna ocasión. Y debido a la actitud de Kibum, Minho también se alejó de a poco.

Kibum llevaba una semana yendo y viniendo sólo del colegio, cosa que no le agradaba ya que estaba acostumbrado a la compañía de Minho, los recesos los había pasado con su amigo Taemin, porque su novio había decidido ignorarlo e ir a sentarse junto al equipo de fútbol y las animadoras. Y entonces Kibum conoció el significado de los celos. Era repugnante ver cómo esas “estúpidas niñitas” tocaban a su novio, en especial, Krystal, la capitana de todas esas descerebradas, quien reía y hasta le daba de comer en la boca a SU Minho. 

Furibundo, Kibum le reclamó a Minho su comportamiento. Minho lo escuchó y luego le explicó por qué había actuado así. El rubio sabía que lo que había sucedido era en su mayoría su culpa, por lo que le pidió disculpas a su novio, jurándole que no había nada más importante que él en su vida, que desde ese momento le dedicaría más tiempo, pero no cedió en hacer pública su relación. Y después que hablaron, había quedado claro que Kibum había sido el mayor responsable del enfriamiento de la relación y que dependía de él recomponerla o terminarla.



El día de su aniversario llegó, eran ya siete años a lado de su amado gatito. Habían pasado varios días desde su discusión y  Minho pudo ver muchos cambios en su novio. Era más atento, complaciente y cariñoso. Pasaban juntos más tiempo. Pero lo que definitivamente le hizo pensar que todo estaría bien, fue haber hecho el amor por primera vez con su amado novio.

Kibum había puesto mucho esmero en preparar aquella noche, la noche de su aniversario. Sus padres habían salido en un viaje de negocios y tenía la casa sólo para él. Cuando Minho llegó al lugar, quedó muy sorprendido por lo íntimo y romántico. Todo decorado con hermosas rosas rojas y velas aromáticas, una deliciosa cena servida en el comedor y su hermoso novio vestido elegantemente.

Esa noche, para Minho, había sido la mejor de su vida. Se sintió completamente feliz por poder demostrarle a su gatito cuánto lo amaba. Entregó parte de su ser en cada uno de los besos, caricias y susurros que le prodigó a su novio. Y el sentimiento era mutuo, porque Kibum se deshacía entre sus brazos mientras se volvía uno con su amor.



Aparentemente todo marchó bien desde ese momento, pero lo cierto era que Kibum, no se sentía del todo satisfecho con su relación con Minho. Empezó a cuestionarse si lo que sentía por el alto era en verdad amor, o solo costumbre. -Tal vez su relación se fundamentaba en la rutina y en la monotonía, no estaba seguro de que lo que tenía con Minho lo llevaría a algún lugar. Quizá debían darse un tiempo- eran los pensamientos del rubio y decidió que hablar con el alto era lo mejor.


- ¿Me estás diciendo que quieres que terminemos, Kibum?- preguntaba el alto más que sorprendido
- Sí. Quiero que nos demos un tiempo para conocer a otras personas y descubrir que lo que sentimos es en verdad real o no.

Minho sintió que todo su mundo se derrumbaba, no podía ser cierto que Kibum ya no lo amara, mientras que él sentía que cada día lo amaba más, ¿Es que acaso, estaba soñando? :- ¿Ya no me amas Kibum? Porque hasta donde yo sabía, nuestra relación era muy seria. Tú sabes que yo quiero pasar el resto de mi vida contigo ¿Verdad?-

- Si, lo hago. Pero creo que somos muy jóvenes. Podríamos experimentar más, vivir más antes de tomar tan en serio las cosas. ¡Tenemos quince años! Qué tal si después de ese tiempo descubrimos que lo nuestro no es más que costumbre, que nuestro destino no es estar juntos…

- No sé tú, Kibum. Pero aunque digas que somos muy jóvenes, estoy seguro que lo que siento por ti no lo sentiré por nadie.- aseguró el alto compungido – Pero está bien, será como tú quieras. El año que viene, 14 de marzo a las cinco de la tarde, el día de nuestro aniversario; te estaré esperando en la cafetería del centro, nuestra favorita. Si no apareces, entenderé que ya no quieres nada conmigo. Y desde ese día, no seremos más que simples conocidos, te olvidaré y buscaré a alguien que quiera mi amor. – Para ese momento Minho sentía que las lágrimas se le escapaban, era muy duro aceptar lo que estaba sucediendo – Espero, que sepas lo que haces Kibum, veremos qué pasa el próximo año. Adiós… - y con esas últimas palabras el alto caminó en sentido contrario al de Kibum.




Desde ese momento, ni Minho ni Kibum volvieron a hablar del tema. Tenían que convivir mucho porque sus padres eran buenos amigos, sin embargo no cruzaban más de unas pocas palabras. Sus padres se habían enterado de su rompimiento, y estuvieron de acuerdo con que ese tiempo les serviría para saber lo que en verdad querían.

Minho no salía con nadie, no porque no tuviera oportunidades sino porque no quería hacerlo. Para él la situación era muy clara. Amaba a Kibum con todo su corazón, esperaría el tiempo acordado para volver con su gatito, dejaría que experimente y compare, estaba seguro que al final, Kibum se daría cuenta que nadie lo amaría como él. 

Salir con otro chico o chica, para Minho era como engañar a Kibum. Pero en ocasiones, aceptaba salir en grupo con sus amigos del equipo de futbol y con las animadoras. Se divertía mucho con ellos, en especial con Krystal, que era con la que más cosas compartía, no sabía si por su ternura o porque siempre era el centro de su atención, cosa que lo alagaba profundamente pero se volvieron muy cercanos en poco tiempo.

Ella lo consolaba cuando se deprimía. Ella le había preguntado el por qué de su estado de ánimo, y él no se resistió a contarle todo, desde su secreto noviazgo con Kim Kibum hasta su rompimiento.

Krystal había descubierto que la tristeza del alto se debía a que a menudo se encontraban con Kibum en los lugares a los que iban a divertirse. Debía ser muy duro para el alto, mirar como el rubio reía, coqueteaba y en ocasiones besaba a algún chico sin importarle nada ni nadie. Sabía que lo único que podía hacer era estar ahí para él, aunque le doliera ver como el chico que le gustaba sufría por otro.



Kibum por su parte, disfrutaba al máximo su libertad. Salía todos los fines de semana con sus amigos, bailaba hasta más no poder, bebía igualmente y conocía a muchos chicos interesantes. Pero odiaba encontrarse con Minho y sus amigos en los lugares que ék concurría, odiaba tener que ver cómo aquella niñita se le pegaba a su ex novio, estaba claro que quería más que una simple amistad. Y tenía ganas de correr hacia ellos, y arrastrar a la niñita por todo el lugar, enseñarle que nadie se metía con lo que era suyo. Pero luego se daba cuenta que no tenía derecho a hacerlo, ya no tenía una relación con Minho y más importante, él mismo hacía lo que quería con otros chicos.




El tiempo pasó.
Faltaban ya pocos días para el 14 de marzo. Minho había estado muy nervioso durante semanas, tenía muchas esperanzas para ese día. Quería que su Kibum apareciera en aquella cafetería y pudieran reanudar su noviazgo. Hace pocos días, se habían encontrado en la casa del rubio, por una fiesta que dieron sus padres. Hablaron, rieron, no pudieron resistirse y terminaron haciendo el amor en el cuarto de Kibum, en medio del sonido estridente de la música y las risas de los invitados. Pero al día siguiente, Kibum le había dejado claro que aquello, había sido el resultado del alcohol y el tiempo que había pasado desde la última vez que estuvieron juntos.

Aún así, Minho creía que Kibum se le había entregado porque lo amaba, sólo que era demasiado orgulloso como para admitirlo.



El día llegó.
Minho esperaba impaciente en la cafetería del centro. Parecía que los minutos duraban más de lo normal. Eran ya las cinco de la tarde y no había rastro de Kibum.

Dieron las seis y no aparecía. Tal vez, había estado equivocado y Kibum no lo amaba. Pero cabía la posibilidad que se le hubiera hecho tarde y estuviera en camino…

Pasó media hora más y Minho había pensado en un sinfín de posibilidades y situaciones. Se dio cuenta que su espera era inútil, Kibum era siempre puntual, así que si quería hacerlo hubiera llegado a la hora acordada. Cuando estaba a punto de levantarse, escuchó el sonido de la escandalosa risa de su gatito. Sonrió bobamente, lleno de alivio y felicidad, creyendo que Kibum estaba ahí por él.

¡Cuán equivocado estaba!

Kibum llegó a la cafetería, pero no para encontrarse con Minho y tampoco llegó sólo. 

La sonrisa del alto se borró de su rostro cuando vio que Kibum iba acompañado de un chico, sabía que su nombre era Dongwoon porque alguna vez, Krystal le habló de él. Tenía fama de conquistador que le encantaba llevar a la cama a sus citas en la primera oportunidad.

Minho vio como la pareja se dirigía a una mesa algo alejada de la entrada, y ahora sí, estaba más que claro que Kibum no tenía intención alguna de regresar con él. Prefería estar con tipos como aquel Dongwoon y seguramente también le gustaba estar en su cama.

Ahí y en ese momento, Minho decidió olvidar a Kibum. Ya no esperaría nada de él. Lo único que lamentaba era haber perdido tanto tiempo en una relación que no valía la pena. Al final Kibum, tenía razón. Ese tiempo le sirvió para darse cuenta que no quería estar con una persona como el rubio, se dio cuenta que nunca lo conoció. Kibum ya no era ese niño con el que jugaba y compartía todo, aquel que le decía que lo amaba y le entregaba besos tiernos. Ese Kibum, al que amó, ya no existía.



No tenía sentido sufrir por alguien como Kibum, pensaba el alto. Por eso, siempre ocupaba su tiempo en actividades que le gustaban: el fútbol, la natación, el atletismo le ayudaron mucho para no pensar en Kibum. Además Krystal, a quien le había contado lo sucedido, estaba siempre a su lado, haciéndolo sonreír y llevándole a su casa para ver una película o simplemente conversar. Minho había conocido a su hermana mayor y sus padres, que lo habían confundido con su novio. Les aclararon que eran amigos solamente. 

-Por el momento- pensó Krystal. 

Los padres de la chica, estaban encantados con Minho, les parecía un chico muy guapo y educado, aparte de adinerado. Justo lo que querían para su hija. Siempre les insinuaban que harían una linda pareja. Y a decir verdad, a Minho no le parecía una mala idea.



Kibum aún frecuentaba a Dongwoon, habían pasado varios meses, y no entendía por qué le parecía tan interesante aquel chico. De todas formas, sólo salían como amigos, ni siquiera un beso se habían dado.

Dongwoon lo había invitado a pasar el fin de semana en su casa de la playa. Kibum aceptó un tanto renuente. 

Había estado pensando que ya había experimentado suficiente. Extrañaba a Minho. 

Ese tiempo que se dieron, había sido muy revelador para Kibum, porque cada día que pasaba estaba más seguro que amaba al alto. Nadie era cómo él, nadie lo trataba con tanto amor como él, nadie lo veía de la misma forma, con tanta devoción.


Cuando llegaron a la casa de la playa, fueron a refrescarse al mar. Kibum notaba algo extraño en la mirada de su amigo, pero no lograba descifrar qué. Almorzaron y salieron a dar un paseo, pero Kibum no se sentía bien, se había dado cuenta de que Dongwoon lo miraba con lujuria, como si quisiera arrancarle la ropa con la vista. Pero él no iba a ceder, consideraba que Dongwoon era su amigo y no quería arruinar esa relación.

Llegó la noche y Kibum, agotado fue al cuarto que Dongwoon le había asignado. Se dio una ducha y cuando se disponía a acostarse, escuchó golpes en su puerta. Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar que querían, Dongwoon se le había lanzado, tirándolo sobre la cama y devorando su boca, lastimándola hasta hacerla sangrar. Kibum desesperado, trató de soltarse del agarre, pero el otro, era más fuerte.

- Ya he esperado demasiado, Kibum. Esta noche serás mío, quieras o no – decía Dongwoon tocando bruscamente las piernas del rubio.

Kibum, haciendo un gran esfuerzo, logró soltar su mano derecha del agarre al que estaba sometido y asestó un golpe en la cara de Dongwoon, pero el golpe no causó el efecto esperado y en respuesta recibió un fuerte golpe en su ojo izquierdo seguido de otro en el estómago.

Debido al dolor, dejó de forcejear. Gesto que Dongwoon aprovechó para comenzar a desvestir a Kibum. Pero haciendo uso de una fuerza desconocida, el rubio le propinó una patada en la entrepierna. 

Dongwoon cayó al suelo, doblándose de dolor y maldiciendo a Kibum. 

El rubio adolorido, a duras penas logró salir de aquella casa. Corrió y corrió, esperando que su atacante no lo alcanzara. Afortunadamente, llegó a una casa vecina, en donde lo ayudaron y curaron. Kibum les contó lo sucedido, sus salvadores trataron de convencerlo de denunciar a Dongwoon. Pero él, lo único que quería era regresar a la ciudad y ser abrazado por su Minho.


Ahora más que nunca, entendía que quería estar con Minho. Él nunca lo hubiera tratado de la manera en que lo hizo Dongwoon, no lo hubiera golpeado ni mucho menos lo hubiera obligado a tener sexo. Minho siempre era tierno, amable y muy amoroso con él, siempre soportaba sus rabietas y al final siempre hacía la voluntad del rubio. Minho lo amaba de verdad.

Las personas que lo ayudaron, amablemente se ofrecieron a llevarlo a su casa. Agradecía profundamente que al menos en eso tuviera suerte, porque aquellas personas lo curaron y consolaron desinteresadamente.


Kibum llegó a su casa a las dos de la mañana. Sus padres preocupados por su estado lo llevaron a su cuarto, pero lo único que Kibum quería era ir a la casa de al frente y ver a Minho, quería sus caricias y sus palabras de consuelo. Su madre lo retenía, abrazándolo fuertemente y limpiando delicadamente sus lágrimas mientras su padre era informado de lo que había sucedido en aquella casa de playa. Agradecido por la ayuda prestada los despidió y se dirigió al cuarto de su hijo.

Mientras trataban de convencerlo de que denuncie lo sucedido, Kibum lo único que repetía era que quería ver a Minho. Sus padres, desesperados decidieron acompañarlo a la puerta de la casa vecina.



Kibum tocaba frenéticamente el timbre de la casa de Minho, nadie respondía, tal vez porque eran las dos de la mañana y todos dormían, pero él no se iba a mover de ahí hasta ver al alto. La madre de Minho fue la que atendió al llamado, estaba algo adormilada pero cuando vio el estado de Kibum, quien tenía un feo ojo morado y los labios lastimados, se despertó del todo.


Kibum repetía que quería ver a Minho. Pero sintió que su corazón se detenía cuando la madre de este le dijo que no estaba en la casa. Minho, se había ido de viaje con la familia de Krystal y volvería al día siguiente. Kibum decidió llamarlo a su celular, pero no le contestaba, intentó muchas veces, pero no había respuesta. No tuvo más opción que volver a su casa, a su habituación, donde lloró desconsoladamente.



Mientras tanto, Minho sí se había dado cuenta de las decenas de llamadas del rubio. Pero no le contestaría, ni ese momento ni nunca. No quería ni le interesaba hablar con Kibum, incluso estaba pensando cambiar su número. Cuando creyó que podría conciliar el sueño, recibió una llamada de su madre y a ella sí le contestó:

- Hola madre, ¿Por qué me llamas a esta hora?
- Lo siento hijo, pero no le contestaste a Kibum, y quería saber si estabas bien
- Lo estoy, es solo que no quería hablar con él.
- Pero hijo, deberías hacerlo. Si hubieras visto en el estado que estaba y lo único que repetía era que quería verte.
-¿En qué estado estaba mamá?- preguntó el alto preocupado
- Está muy golpeado, tiene un ojo morado, su rostro y sus labios están magullados… intentaron violarle, hijo –
- ¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué?- ahora sí Minho estaba alterado
- Al parecer fue uno de sus supuestos amigos, un tal Dongwoon, fueron a su casa de playa y fue ahí donde quiso propasarse con Kibum, afortunadamente logró escapar y encontró a unas buenas personas que lo trajeron a casa.

Y después de esta aclaración, Minho creía que la culpa de lo que pasó la había tenido el mismo Kibum, seguramente él mismo lo había estado incitando y provocando. Además, si había ido a su casa sólo era porque quería que algo pasara. Convencido de esto, Minho terminó la llamada con su madre, diciéndole que seguramente todo estaba bien.


El lunes por la mañana, Kibum esperaba a Minho en la puerta de su casa. El día anterior no había podido hablar con el alto debido a que durmió todo el día, y cuando despertó creyó que era domingo pero su madre le había aclarado que era lunes, día de ir al colegio. Aún le dolía mucho el rostro y el cuerpo en general, pero todo estaría bien cuando pudiera ver a su Minho.

Se preguntaba por qué no había ido a verlo. Su madre le había dicho que Minho ya sabía lo que había sucedido, y se le hacía muy extraño que no se hubiera preocupado por saber cómo estaba.


Minho salía apurado de su casa, cuando chocó con Kibum en la puerta de esta.
-Hola Minho – saludó el rubio con una pequeña sonrisa en sus labios
-Ah, Hola Kibum ¿Qué haces aquí?- quiso saber el alto
-Yo… quería verte.
- ¿Si? ¿Para qué?- preguntó cortante Minho
- Yo te necesito Minho… quería que me abrazaras y me dijeras que todo iba a estar bien… después de lo que me pasó… yo…
- No sé por qué yo debería hacer eso, Kibum. Tú y yo no somos nada, ¿recuerdas? Tú así lo decidiste cuando preferiste salir con tu amigo Dongwoon y no asistir a nuestro encuentro en la cafetería
-¿Qué? No entiendo- de verdad que el rubio estaba confundido, no sabía o no recordaba de lo que hablaba Minho
-Por favor Kibum, no me vengas con que no recuerdas nuestro trato. Te dije claramente que podrías hacer lo que quisieras, pero el plazo se terminó hace varios meses, el pasado 14 de marzo. 

Kibum perdió el color de su rostro. Había olvidado por completo aquel acuerdo, tan concentrado estaba en disfrutar y divertirse, que pasó por alto esa fecha.

- Claro, tan poco importante es para ti nuestro aniversario que lo olvidaste, ¿cierto?- dijo lleno de rencor el alto. – Porque te recuerdo que esa fecha, 14 de marzo, es el día de nuestro aniversario. Pero ahora ya no importa, te dije que si no asistías, te olvidaría y buscaría a alguien que de verdad me amara. Y eso es lo que hice, Kibum. Ahora estoy saliendo con Krystal – aseguró Minho, pero mentía, no estaba saliendo con su amiga. Quería hacerle daño al rubio, que sienta un poquito del dolor que él sintió, cuando lo vio con aquel fulano.

- ¡Mentira, mentira!- decía angustiado Kibum
- Piensa lo que quieras. Y ahora si me disculpas, llego tarde al colegio – y Minho comenzó a caminar rumbo al colegio, que no quedaba muy lejos.

 
El rubio, se sentía a morir, era como si le hubieran clavado un cuchillo en el corazón. Había perdido al único hombre que podía hacerlo feliz. Con el corazón y el pecho adolorido, con su rostro lleno de lágrimas, volvió a su casa y se encerró en su habitación. Sus padres se habían ido a trabajar y los empleados nunca lo molestaban, por lo que podía llorar, gritar y volver a llorar cuanto quisiera.


Minho tuvo que contarle a Krystal, todo lo que le había dicho a Kibum. Porque la había involucrado y quería pedirle disculpas por hacerlo. 

Krystal lo entendió y además le dio una solución a sus mentiras. Ella estaba de acuerdo en fingir una relación con Minho, aceptaba pasar más tiempo con él para que Kibum no sospechara del engaño y así dejara de molestar a Minho.

Quizá, con el tiempo, Minho sentiría cosas por ella y la mentira se volvería una realidad.



Los padres de Kibum, estaban preocupados por su hijo, hace una semana que no salía de su habitación. Comía un poquito de la comida que su madre le preparaba y dejaba en su puerta pero no hablaba. Estaba pensando en llamar a un médico o alguien que los ayudara a entender lo que sucedía con el rubio. Pero decidieron darle más tiempo a solas, porque en el fondo, sí sabían la razón de que Kibum estuviera en ese estado.

La mamá de Minho, les había informado del nuevo noviazgo que mantenía su hijo con Jung Krystal. Y la verdad es que sus madres siempre habían estado encantadas con la relación entre Kibum y Minho, y cuando se separaron les disgustó, a diferencia de sus maridos que tomaron con agrado y alivio la noticia. Y ahora con la nueva relación de Minho, veían más lejana una reconciliación.



Cuando Kibum regresó al colegio, después de dos semanas, se encontró con que nadie sabía que Krystal y Minho eran novios. Este hecho le dio esperanzas. Tal vez, Minho sólo estaba castigándole, dándole una cucharada de su propia medicina.

Quería hablar con Minho, pero nunca estaba solo. Krystal siempre estaba con él. Estaba tan desesperado por verlo que llegó a seguirlos, aun cuando sentía que no era él cuando los seguía después de clases. En ocasiones iban al cine, al parque de diversiones, los bolos, a la casa de Minho o a la de Krystal. Y Kibum sabía que se estaba haciendo daño, pero era la única manera de ver sonreír a Minho, esa sonrisa que se convertía en una mueca de desagrado cada vez que veía al rubio. Quería imaginar que esos gestos alegres y amables eran para él, como otrora lo habían sido, sólo para él, pero que perdió por su estupidez.


Otro fin de semana llegó, y el domingo en la mañana habría una barbacoa en la casa de los Choi. Por supuesto los Kim estaban invitados. Al principio Kibum se había emocionado por esta reunión, pero cuando se enteró del motivo de la misma, se enfureció. El padre de Minho estaba muy orgulloso de su hijo, estaba contento de que Minho haya escogido a Krystal como su novia, “porque era una chica hermosa e inteligente”, así que quería celebrar su noviazgo.


Todos sonreían y festejaban. Kibum tenía ganas de vomitar. Sentía que todos celebraban y se burlaban de su infelicidad. No tenía por qué ir a la barbacoa, pero lo había hecho porque quería ver a Minho aunque sea un momento. Pero todo resultó peor para él, porque tuvo que aguantar los besos y caricias que la feliz pareja se daba en frente de todos. Y parecían tan felices que daban asco.

Sorbiendo lo que quedaba en su vaso de limonada, decidió que ya había sufrido suficiente. Se levantó en dirección al portal del jardín para ir a su casa, pero en medio camino, sintió que todo le daba vueltas y de pronto solo había oscuridad.


Minho al ver como Kibum se desvanecía cayendo al piso, corrió  hacia él. Llegó a tiempo para evitar que el rubio se golpeara la cabeza. Con preocupación y con la voz entrecortada, le pedía a su precioso gatito que reaccionara, pero no obtenía respuesta. Pronto los padres de Kibum estuvieron a su lado y con cuidado lo levantaron para llevarlo a su casa. Minho quería ir con ellos, pero se dio cuenta que sería muy raro y descortés si dejaba atrás a su supuesta novia.

La situación se le estaba escapando de las manos, porque toda aquella mentira se volvía cada vez más grande. Y a pesar de todo no podía dejar de amar a Kibum. Cuando lo veía, por fuera aparentaba desprecio e indiferencia, pero por dentro de su ser sentía que moría por besar a Kibum y decirle cuanto lo amaba.


- Minho… - fue lo primero que susurró Kibum, cuando volvió a la conciencia, esperando que aquel estuviera con él, cuidándolo y reconfortándolo. 

-Él no está aquí, hijo – le dijo apenada su madre - ¿Te sientes bien? Llamamos a un médico, debe estar llegando.

Kibum, desilusionado, tan sólo asintió.


El lunes todos en el colegio ya se habían enterado de la relación entre Krystal y Minho. Era el chisme del que todos hablaban. Otros pocos comentaban del desmayo de Kibum, diciendo que de seguro tenía SIDA, porque todos pensaban que ya se había acostado con la totalidad de chicos gay del colegio y la ciudad.


Kibum había escuchado esos comentarios, y no sabía si reír o llorar. Era tan absurda aquella situación.

¿Cómo podían pensar que tenía SIDA?

Era cierto que había salido con muchos chicos en el último año, pero con ninguno se había acostado, y tan sólo con unos pocos se había besado. Y los había besado porque quería darle celos a Minho, demostrarle que él también se divertía como lo hacía el alto con la tal Krystal. Pero no iba a desmentir nada, no valía la pena. Seguramente gastaría saliva en vano y al final se inventarían más chismes sobre él. La única opinión que le importaba era la de Minho.


Minho también había escuchado los rumores sobre Kibum. Y estaba que hervía de rabia. No le gustaba que hablaran así de Kibum, aunque se lo mereciera, porque creía que el rubio sí se había acostado con todos esos chicos con los que salía. Iba tan concentrado pensando en eso, que no se dio cuenta que frente a él venía un cabizbajo Kibum, quien aprovechando el encuentro, decidió hablarle:

-Minho, dime que no crees lo que dicen de mí… - pedía el rubio, deteniendo al alto del brazo.
- Cómo no creerlo Kibum, si yo mismo vi a todos esos chicos con los que salías, mejor dicho con los que te revolcabas – dijo venenoso el alto
-Tú no, Minho- sollozó Kibum- soporto que todos digan lo que quieran de mí, pero tú no…
- Lo siento Kibum, pero un hecho vale más que mil palabras
- ¿Qué hecho Minho? ¿Alguna vez me has visto acostándome con algún hombre? ¡Dímelo!
- No – razonó el alto. – pero que más podría pensar si te vi…
- ¡Con el único que me he acostado eres tú, idiota!- interrumpió Kibum gritando. – Tú has sido al único que le he permitido tocarme y hacerme el amor, sólo tú… - decía llorando el de mirada felina.
- No te creo, Kibum – espetó Minho, retirándose del lugar. Dejando a Kibum de nuevo sólo y con el corazón roto en mil pedazos.



Esa semana fue un infierno para Kibum. Era muy doloroso ver las  caricias, los agarres de manos, las sonrisas cómplices y lo peor de todo, los besos. Esos besos que siempre lo habían hecho delirar, sentirse en el cielo; pero que ahora le pertenecían a otra persona.

Al menos tenía a su lado a Taemin, su mejor amigo, que siempre tenía una palabra de apoyo, pero que también le hacía darse cuenta de sus errores. Era a él a quien llamaba en las madrugadas después que despertaba asustado por las pesadillas en las que Dongwoon lo violaba brutalmente y luego lo asesinaba. Desde que pasó aquello en la casa de playa, tenía ese tipo de sueños. A veces, estaba tan asustado que escuchaba ruidos, forcejeos en su puerta y ventana. Hubiera sido reconfortante poder llamar a Minho, y que él viniera a abrazarlo, diciéndole toda clase de palabras bonitas como lo hacía cuando eran niños. Pero por su propia culpa, eso no iba a suceder.



Era lunes de nuevo, y Kibum se había pasado el fin de semana en su casa. Los exámenes de sangre que le hicieron cuando ocurrió su desmayo arrojaron como resultado que tenía anemia. Por lo que sus padres, ahora más que nunca estaban al pendiente de su salud. Parecía como si de nuevo fuera un bebé. Sentía que sus padres exageraban en los cuidados y en los mimos, pero a la vez estaba feliz de sentir su amor. Su madre en especial, se estaba sobrepasando, se había dado un mes de vacaciones para poder cuidarlo, cocinarle y suministrarle su tratamiento al pie de la letra. Y pensando en aquello recordó que tenía que tomar una capsula que su médico le había recetado para suplir la falta de vitaminas. Sacó el termo que su madre le había mandado con jugo de fresa, su favorito, y se tomó la cápsula.  Esbozó una pequeña risita por lo infantil que era llevar al colegio un termo decorado con dibujos de karigurashi no arrietty. Pero que le encantaba por ser un regalo de su Minho.


Minho a lo lejos veía a Kibum, sentado en una banca ubicada en el patio del colegio haciendo un puchero adorable con su tentadora boca mientras bebía de su termo, termo que él le había regalado. Sabía que Kibum estaba en tratamiento por anemia. Su madre se lo había contado, según ella, sin querer. Pero se lo agradecía porque había estado preocupado del desmayo del rubio. Sentía mucho haber tratado tan mal a Kibum la última vez que hablaron, le dolía ver sus lágrimas, pero no pudo evitar hacerle daño. No sabía cuando se había vuelto así de rencoroso y vengativo; sabía que estaba mal portarse así pero cada vez que veía a Kibum no podía dejar de pensar en aquel día que prefirió estar con su amigo y no asistir a su encuentro. Quizá era lo mejor, que cada quien hiciera su vida, lejos el uno del otro. Tal vez debería pedirle en serio a Krystal que fuera su novia. Krystal quien venía sonriente hacia él. 

Dedicándole una última mirada a su gatito se dio la vuelta para encontrarse con su supuesta novia.




El año escolar estaba a punto de terminar y la salud de Kibum había mejorado mucho. Se sentía con más vitalidad y fuerzas para seguir adelante. Había sido aceptado en la Universidad Nacional de Seúl y estaba muy orgulloso de ello. Sólo había una cosa que le faltaba, y era Minho.

No sabía a qué Universidad iría el alto, pero esperaba que fuera a la misma a la que iba él.

Ahora no le quedaba más que conformarse con ver a Minho de lejos, siempre acompañado de la odiosa Krystal. ¡Cómo la odiaba! Porque siempre parecía querer provocarle, cuando estaba junto a Minho, lo acariciaba, lo besaba y sabía que lo hacía a propósito, para hacerle daño. Para demostrarle que ella había ganado.



Krystal estaba frustrada, llevaba meses intentando que Minho se enamorara de ella. Lo había intentado todo, incluso había tratado de seducirlo, pero nada. Y sabía que Minho no era capaz de corresponderle porque seguía pensando en aquel rubio. Tenía que hacer algo drástico y lo hizo. Minho y ella fueron aceptados en la Universidad Nacional de Seúl, pero ella también tenía la posibilidad de acceder a una beca para estudiar en Suiza. Así que le propuso a Minho que fuera con ella, sabía que lo económico no era problema para el alto, y lo convenció además de que alejarse de Kibum era la única manera de olvidarlo definitivamente. Minho le pidió tiempo para pensarlo y ella aceptó. Pero ahora podía utilizar esta situación para lastimar a Kibum.



Kibum estaba acostado en su cama leyendo un libro cuando su madre le dijo que una chica le buscaba. Extrañado por la visita e intrigado por saber de quién se trataba, se levantó, arregló sus alborotados cabellos y se dirigió a la puerta de su casa. Grande fue su sorpresa cuando se encontró con Jung Krystal, la novia de Minho.

- ¿Qué quieres? – no pudo evitar el tono brusco en sus palabras
- Quería informarte de algo, que seguramente te va a alegrar – le dijo la chica con un fingido tono dulce
- ¿Qué? ¿Te vas a mudar a Marte? – le preguntó Kibum divertido
- No. Minho y yo nos vamos a vivir a Suiza. ¿No te parece genial?



Kibum sintió como si un balde de agua fría le fuera lanzado. ¡No podía ser cierto! Minho no podía alejarse de él, no podía marcharse tan lejos dejándolo ahí.

- Estas mintiendo. Quieres hacerme daño. Es eso… Minho no me dejaría, él no se iría sin mí – y la voz de Kibum se había vuelto un susurro para sí mismo
- Y ¿Por qué te llevaría con él? Ustedes ya no tienen nada que ver hace mucho. Además, yo pensé que te alegraría. Ya sabes, una vez que Minho se vaya de Corea, tú puedes seguir siendo la puta que siempre has sido. Ya no tendrás que fingir dignidad y arrepentimiento. Podrás seguir con tus revolcones…
- ¡Cállate!¡Callate!  - era todo lo que podía repetir el rubio al punto de la histeria
Su madre al escuchar sus gritos, salió a ver lo que sucedía. Se asustó al ver el estado de su hijo, que parecía fuera de sí, repitiendo una y otra vez la misma palabra. Trató de tranquilizarlo, abrazándolo mientras lo llevaba a su habitación. 

Y Krystal estaba más que satisfecha con su obra. Ojalá y ese maldito rubio se volviera loco. – Sería perfecto- pensaba la chica.



- ¡Quiero ver a Minho, mamá! ¡Llámalo! Llámalo! – gritaba Kibum en su habitación, quería ir a buscarlo él mismo pero su mamá no le dejaba salir y sabía que si lo llamaba no le contestaría, por eso se lo pedía a su madre.

Su madre no veía otra solución, por eso, llamó a la casa de los Choi, para preguntar por Minho.



Minho respondió a la llamada, porque se encontraba en la sala de estar descansando después de haber hecho su rutina de ejercicios diaria. Fue una sorpresa saber que quien llamaba era la madre de Kibum, quien desesperada le pedía que fuera a ver a su hijo. Y que además le contó de la visita de Krystal.
 
- No sé qué le dijo tu novia, pero Kibum se puso muy mal mientras conversaba con ella. Por favor Minho ven a hablar con él – le rogaba la señora. Minho aceptó, dirigiéndose en ese momento a la casa de al frente.



 La madre de Kibum, recibió a Minho aliviada de que haya ido de inmediato. Le permitió subir al cuarto del rubio y le pidió que le avisara si había algún problema.


Minho entró al cuarto de Kibum y lo primero que observó fue a su rubio amor sentado en su cama, mirando por la ventana.

- Kibum… ¿Querías hablar conmigo?
Kibum se sobresaltó al oír la voz de Minho, pero luego su rostro reflejó enojo -: ¿Es cierto que te irás con Krystal a Suiza? – le preguntó mirándolo fijamente
- ¿Ella te dijo eso? – Minho estaba sorprendido de que Krystal haya ido a decirle a Kibum sobre el viaje, y más porque él aun no aceptaba ir.
- Sí. Pero contéstame Minho. ¿Es cierto?
- No, no lo es. Aún no lo decido. Pero si fuera así, no debería importarte
Kibum se acercó rápidamente a Minho, y le dio una cachetada. – Por supuesto que me importa, estoy cansado de que me digas ese tipo de cosas. ¿No te parece que ya me has castigado suficiente?- replicó el rubio alzando el tono de su voz – Pero esto ya es demasiado, ¡No te irás con ella!, ¡No lo harás! –

Adolorido por el golpe dado por Kibum, Minho se sostenía la mejilla y pensaba que el rubio de verdad era insolente - ¿Por qué te importa? ¿Por qué no debería irme con ella? Esa es mi decisión Kibum, no la tuya.

- ¡Me importa porque te amo, estúpido! Porque si tú te vas, yo iré tras tuyo. No me importa que estés con esa tonta. Yo estaré donde tú estés… porque si no me muero… - hablaba Kibum con sendas lágrimas corriendo por sus mejillas

Minho ya no sabía que pensar, se le hacía difícil creer que Kibum dijera todo eso, cuando tiempo atrás era él, el que buscaba darse un tiempo.

- No te entiendo Kibum, hace casi dos años eras tú el que quería separarse de mí, ¿Y ahora resulta que me vas a seguir a donde vaya?

- Eso fue una equivocación, nunca debí terminar lo nuestro. Pero ya tuve mi merecido, Minho. Por favor, perdóname – decía Kibum acercándose de nuevo a Minho.

- Entonces, dime qué quieres, Kibum – el alto quería saber, quería estar seguro de lo que sentía el rubio.
 
- Quiero que volvamos Minho. Que digas que me amas como yo te amo a ti, como nunca dejé de hacerlo. Quiero que me prometas que nunca más nos separaremos, que todavía quieres pasar el resto de tu vida conmigo – le pedía Kibum gimoteando por el llanto.

Minho acortó la poca distancia que había entre ellos, lo tomó entre  sus brazos y lo besó suave, delicado, probando despacio el sabor de esos deliciosos labios que tanto había extrañado y asintiendo como podía -: Sí, mi amor. Sí, mi gatito hermoso. Sí, a todo – le decía extasiado el alto entre beso y beso.

Kibum estaba tan felíz, emocionado, dichoso. Todos esos sentimientos agradables se arremolinaban en su pecho haciéndolo sonreír como nunca – Di que me amas, Minho. Di que no te irás con esa bruja – pedía el rubio acariciando los cabellos oscuros del alto.

- Te amo, mi vida. Eres todo para mí y no, no lo haré. No me iré con Krystal, es más, apenas si lo estaba pensando. Pero no entiendo por qué vino a decirte que me iba con ella…

- ¿No lo sabes? – el alto negó con la cabeza – es porque quería hacerme daño, quería que me pusiera como me puse, me enfurece saber que lo consiguió. Ella me odia. ¿Te has fijado en cómo me mira?- el alto volvió a negar. – Es como si quisiera golpearme y no sé por qué al fin y al cabo, ella te tenía a ti…

- Creo que es porque lo nuestro siempre fue una farsa – Minho pensó que lo mejor era decirle la verdad a Kibum – nunca hemos sido novios, todo fue una mentira, para que te alejaras de mí.

- ¿Qué? ¿En serio? – Kibum siempre lo había sospechado, pero había algo que le molestaba de todo eso -: ¿Entonces por qué la besabas? – preguntó frunciendo el seño

- Era porque ella quería, decía que le daba realismo a nuestra actuación. Pero nunca significó nada- completó Minho viendo la mirada asesina de su gatito

- Ya no importa, sólo quiero que nunca la vuelvas a ver – exigía celoso Kibum

- Tengo que aclarar las cosas con ella antes de eso, quiero que me diga por qué vino a mentirte. ¿Qué más te dijo?

Kibum bajó la mirada y se aferró al pecho de Minho -: En pocas palabras, que era una puta y que debería estar feliz de que te fueras, así tendría la libertad de revolcarme con quien quisiera sin tener que fingir dignidad y arrepentimiento…

- ¿Qué? – inquiría más que sorprendido el alto

- Sí. Y de una vez te digo que lo que te dije ese día que hablamos en el colegio es verdad. Yo me he acostado únicamente contigo – le aclaraba más que seguro el rubio. – Y pues, los besos, sí se los di a algunos chicos. Pero fue porque, quería que tuvieras celos – finalizaba el rubio tratando de abrazar más fuerte a Minho.

- Está bien, amor. Te creo. Pero de todas formas debo hablar con Krystal – susurró Minho en los labios de Kibum, dándole un fogoso beso.


Al día siguiente, Minho y Krystal estaban conversando en un aula vacía del colegio.

Minho le había preguntado sobre su visita a Kibum y lo que le había dicho. Krystal había negado todo, diciendo que sólo había ido a ver cómo estaba Kibum. Pero eso ni ella se lo creía. No esperaba que Kibum le contara todo lo que le dijo.

Al final, Minho le dijo que lo sentía mucho, pero que había regresado con Kibum. Porque se amaban y querían empezar de nuevo. La chica le dijo que todo estaba bien con una sonrisa fingida y sin más se retiró. Pero se le había olvidado su celular en el asiento en el que estaba, Minho presuroso salió a la búsqueda de Krystal, pero lo que vio, no le gustó nada.

Krystal y Dongwoon discutían en uno de los pasillos abandonados de la escuela. Minho extrañado por esto, decidió acercárseles, iba a hablar, cuando escuchó algo que lo enfureció:

- Debes terminar lo que comenzaste, Dongwoon. Tienes que violar a Kibum. Quiero que le hagas mucho daño ¿Entiendes? – ordenaba Krystal con rencor.

- Está bien. Creo que ya pasó mucho tiempo desde lo de la casa de la playa, así que no estará prevenido. Será más fácil…

Y no terminó de hablar porque Minho arremetió contra él, golpeándole con todas sus fuerzas con sus puños y una vez que cayó al suelo, también lo pateó como si fuera un saco de patatas.

Krystal, gritaba y pedía ayuda, pero nadie había en el lugar. 

Una vez que Minho dejó de golpear a Dongwoon, que por poco había quedado inconsciente; se dirigió a Krystal -: Nunca pensé que fueras tan mala, Krystal. No entiendo por qué haces esto, ¿Es acaso que disfrutas con el dolor ajeno? – Ante el mutismo de la chica el alto continuó – Kibum no te ha hecho nada, sin embargo ¿Querías que le destrozaran la vida?

- Claro que me lo ha hecho. Ha impedido que me ames, Su simple presencia es un obstáculo para que me correspondas – respondía la chica gritando

- Lo siento Krystal, pero siempre te he visto como una amiga. No puedo ofrecerte más- le dijo el alto tratando de ser amable – Pero ahora, ni eso quiero. Lo único que quiero de ti, es que te alejes. No me vuelvas a hablar más. Adios Krystal – terminaba de hablar el alto dejando a una Krystal sumamente sorprendida.




La luna iluminaba su hermoso rostro, cuyas facciones reflejaban el placer que le proporcionaba el alto quien una y otra vez arremetía contra la entrada de Kibum. Llevándolo al éxtasis en cada embestida, llevándolo a la locura cada vez que el miembro de su amado tocaba su punto dulce. Tan adentro, tan fuerte, tan delicioso.

- Más Minho, más… pedía el rubio moviendo las caderas, aferrando con sus piernas la cintura de su novio, sintiendo que estaba en el paraíso.

Cambiaron de posición, ahora Minho estaba sentado, apoyando sus manos sobre la cama mientras Kibum saltaba sobre su miembro, una y otra vez, cada vez más rápido. Sintiendo que el aire le faltaba cuando Minho atrapó entre sus labios una de sus tetillas y lo único que atinó a hacer fue besar torpemente los labios del alto.

Sintieron un profundo estremecimiento. Una corriente eléctrica corría por sus cuerpos mientras el orgasmo los alcanzaba. Kibum terminó primero, lanzando un fuerte grito de placer. Minho le siguió, dejando su semilla dentro de su gatito mientras besaba incontrolablemente su cuello.

Cansados, se recostaron en su lecho. Satisfechos sonrieron, seguros del profundo amor que se tenían.

Dos años habían pasado, desde que salieron del colegio. Dos años de pura felicidad.

Ambos entraron a la Universidad Nacional de Seúl, aunque no seguían la misma carrera, pasaban juntos la mayor cantidad de tiempo posible.

Sus madres estuvieron felices cuando se enteraron de su reconciliación, haciendo planes para el futuro, planeando pasar juntos vacaciones y festividades, los seis, como una familia. Sus padres, estuvieron un poco enfadados al principio, pero luego, aceptaron. Porque sabían que sus hijos se amaban de verdad.

Para su fortuna no volvieron a saber de Krystal o Dongwoon. Pero Kibum había tenido que ir a una terapia psicológica porque Minho se había dado cuenta que no podía superar lo que su supuesto amigo le había hecho. Felizmente se recuperó en un corto tiempo y Kibum volvió a ser el mismo chico alegre que Minho conoció de pequeño.


Ahora vivían juntos, de hecho, acababan de mudarse. Esa noche estaban estrenando como era debido su cama. 

Y así era como ellos querían estar siempre. Ser el soporte del otro. Ser uno solo.


 FIN



 

1 comentarios:

YuukiNii dijo...

Ay ;^; todo fue tan lindo, pero doloros </3 hasta lloré con Kibum.

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