Para las personas (si es que aún hay alguien que se toma la molestia de esperar actu) que leen el otro fic, espero tener el capítulo para la otra semana (porque encima de todo, la inspiración se ha ido de vacaciones)
Sin nada más que decir, a leer!!
CAPÍTULO 5
Minho
y Kibum caminaban tomados de la mano en dirección a la casa del alto después de
que se terminaran las clases. Llevaban unas horas siendo novios desde que Minho
le confesara sus sentimientos a Kibum en presencia de decenas de estudiantes
que en ese momento hacían deportes en la cancha de fútbol. Hecho del que no se
percataron hasta que escucharon chiflidos y gritos mientras se besaban. Pero lo
más vergonzoso había sido que un profesor se les acercara y les amonestara por
su comportamiento “inadecuado” en el colegio.
Se
rieron mucho por aquella escena, pero la alegría no duró mucho ya que un
enojado Siwon se les acercaba. Encarando a Minho trató de golpearlo, pero de
nueva cuenta, Kibum se interpuso entre ellos.
El
rubio sabía que debía aclarar las cosas con el chico, por eso le pidió a su
novio unos minutos con Siwon. Una vez que Minho accedió a dejarlos solos, Kibum
le explicó la situación, le pidió disculpas por el golpe que el alto le
propició y sobre todo le dejó en claro
que ya era novio de Minho, por lo que le agradecía todas sus atenciones y
cortejos pero únicamente podrían ser amigos.
Sorprendentemente,
Siwon entendió y se resignó a las nuevas circunstancias, pero Kibum no pudo
dejar de notar la decepción en el tono de voz del chico. De verdad, que
lamentaba haberle dado esperanzas con el coqueteo continuo que el rubio aceptó
durante semanas, pero lo cierto era que lo había utilizado para sacarse a Minho
de la cabeza y, para qué negarlo, también tuvo la esperanza de que Minho se
pusiera celoso al verlo con Siwon. Kibum amaba a Minho y no hubiera podido
corresponderle, pero deseó con todas sus fuerzas que Siwon fuera feliz y que
encontrara a su otra mitad.
La
noticia de su noviazgo, había corrido rápidamente por todo el colegio. Para
cuando las clases de aquel día finalizaron, ya todos los alumnos y hasta algunos
maestros estaban al tanto de la nueva relación.
Apenas
sonó el timbre de salida, Minho había corrido al salón de Kibum para llevarlo a
su casa. Las reacciones ante tal acto no se hicieron esperar, mientras salían
del colegio, observaron chicos y chicas cuchicheando de quien sabe qué. Ni a
Kibum ni a Minho les afectaban aquellos comentarios, estaban felices por ser correspondidos y era todo lo que importaba.
Cuando
llegaron a la casa de Minho, este arrinconó a Kibum para besarlo. La madre del
alto llegaba a las cinco, eran las tres y media por lo que tenían hora y media
para estar solos y Minho quería probar una y otra vez los dulces labios de su
novio.
—
Minho… déjame respirar un poco ¿sí? – pidió el rubio, luego de que Minho le
devorara la boca por enésima vez.
—
Perdón, pero tus labios me encantan Kibum. – confesó en un susurro el alto,
mirando fijamente la boca acorazonada que de tantos besos, ya estaba hinchada y
roja.
— Y a mí me encanta que me beses, pero ¿déjame
descansar, por favor?
— Está bien, veamos una película y luego iré a
dejarte en tu casa ¿de acuerdo?
—
Síp – aceptó contento el rubio.
La
escena que vio la madre de Minho cuando llegó a su casa, le pareció de lo más
tierna. En un mueble de la sala, el rubio reposaba dormido en el pecho del alto,
quien también estaba dormido, pero que no había dejado de abrazar a Kibum.
Lamentó
mucho tener que despertarlos, pero se moría por saber cómo es que de estar
peleados habían llegado a aquella situación. Así que alzando el volumen de la
televisión en la que aún se reproducía una película de acción, logró que la
pareja despertara algo sobresaltada.
—
Hola mamá, ¿llegaste hace mucho? – preguntó adormilado el alto, refregándose
los ojos.
—
No, pero ya son las seis de la tarde, así que pensé que lo mejor sería
despertarlos…. Kibum, le avisaste a tu padre que estarías aquí – le preguntó al
rubio.
—
La verdad es que no. Aún no debe llegar a la casa, por eso es que no me ha
llamado – aseguró observando su celular.
—
Está bien, y… ¿ya son novios? – inquirió sonriente la señora.
—
Mamá… ¿para qué quieres saberlo? – Minho no entendía por qué su madre era tan
curiosa.
—
Bueno, yo siempre he considerado que Kibum es bueno para ti, así que tienen mi
consentimiento…
—
Gracias señora – dijo Kibum sonrojado.
—
Entonces, sí lo son… me alegro. – añadió emocionada la madre del alto,
desapareciendo por la puerta de la habitación.
—
Creo que es hora de que me vaya, tengo mucha tarea y no quiero desvelarme –
comentó el rubio, tomando sus cosas.
—
Espérame un momento, le pediré a mi madre su auto.
Era
la primera vez que Minho veía la casa del rubio sin embargo estaba seguro que
no sería la última, porque si de él dependía, llevaría a Kibum a su casa todos
los días.
La
casa de Kibum era más pequeña que la de Minho sin embargo, al alto le pareció
más cálida que la suya. Tal vez, porque en cada rincón se notaba el toque de
Kibum, pequeños detalles con adornos florales o figuras de cerámica mostraban
la dedicación del rubio hacia su hogar.
— ¿Quieres tomar algo? – preguntó el rubio,
sacando así a Minho de sus pensamientos. Kibum lo había invitado a pasar y él
no se negó.
—
Sí, café por favor. – pidió sentándose en uno de los sillones de la sala de
aquel cálido hogar, pensando en la mejor manera de hablar con el padre del
rubio porque podía ser lo más anticuado del mundo, pero quería dejar en claro,
que sus sentimientos hacia Kibum eran verdaderos y que no iba a lastimarlo.
Cuando
Kibum regresó con una tasa del oscuro líquido, Minho se animó a preguntarle
por la hora de llegada de su padre: —
¿Demorará tu padre en llegar? – le preguntó una vez que tomó un sorbo de café.
A
Kibum le sorprendió la pregunta, no esperaba que su novio quisiera hablar con
su padre: — No, debe estar por llegar, pero ¿Para qué quieres saber?
—
Tal vez te parecerá extraño, pero quiero presentarme ante tu padre como tu
novio. Quiero que sepa que voy en serio contigo.
—
¿En serio? – Kibum no quería dudar de los sentimientos de Minho, pero todavía
le costaba aceptar que todo aquello no era un sueño, uno de esos en los que el
alto lo amaba incondicionalmente.
—
Sin duda, Kibum. Tu padre debe saber que…
—
¿Qué es lo que debo saber, jovencito? – le interrumpió el padre de Kibum, quien
en ese instante llegaba a su casa y guidado por la voz del alto se dirigió a la
sala.
El
ambiente en ese momento fue algo incómodo, pero una vez que el rubio se acercó
a su padre a saludarlo y le presentó a Minho como su novio, todo cambió. Porque
entonces, al contrario de lo que Kibum siempre pensó sería la reacción de su
padre ante su primer novio; el señor comenzó a conversar animadamente con el
alto. Y fue más sorprendente aún que ese par tuviera muchos intereses en común.
A
ambos les gustaba el fútbol, el padre de Kibum al igual que Minho había sido el
capitán del equipo del colegio, ambos eran demasiado competitivos y odiaban
perder, ambos coleccionaban estampas de figuras deportivas del mundo y en fin,
después de dos horas de conversar y compartir anécdotas, Minho consideró que ya
era muy tarde y que debía ir a su casa.
—
Ya es tarde, ha sido un gusto conocerlo señor. Pero el principal motivo por el
que estoy aquí es porque quería decirle que quiero a Kibum y que me esforzaré
para hacerlo feliz. – confesó el alto un poco nervioso.
—
Me parece bien, pero espero que sepas entenderlo cuando se ponga mal o tenga
una recaída…
—
Papá, Minho tiene que irse – le interrumpió Kibum a su padre, gesto que extrañó
tanto a su progenitor como a su novio.
—
Está bien, vuelve cuando quieras, Minho – se despidió el señor, ofreciéndole la
mano al alto.
—
Gracias, señor. Ha sido un gusto conocerlo.
Y con esas palabras, Kibum tomó a Minho de la
mano para llevarlo a la salida de la casa.
—
¿Qué quiso decir tu padre con eso de que tengo que entenderte cuando te pongas
mal? – inquirió el alto en la puerta de salida.
Kibum
se sintió acorralado ante aquella pregunta porque la verdad era que no quería
hablarle de su enfermedad a Minho. Pero su enfermedad era una realidad que no
podría ocultar por mucho tiempo y menos aún si quería que la relación con Minho
durara. Así que decidió en ese momento que le contaría todo a Minho.
—
Lo dijo porque estoy enfermo – y se asustó un poco por la expresión totalmente
absorta de Minho – pero por el momento estoy bien, créeme – le tranquilizó el
rubio.
—
¿Y qué es exactamente lo que tienes? – le preguntó preocupado el alto, sin
dejar de sostener la mano de su novio con la propia.
Kibum
le contó todo acerca de la insuficiencia renal que padecía, le contó que hasta
ahora la enfermedad estaba controlada y en su etapa menos invasiva gracias a
los medicamentos que tomaba diariamente y a la dieta que debía seguir
rigurosamente.
La
respuesta de Minho a aquella explicación fue la más dulce y tierna posible, el
alto acalló los temores de Kibum de ser rechazado a causa de su enfermedad con
un beso, un beso que no dejó dudas de que Minho lo apoyaría en todo lo que el
rubio necesitara.
La
rutina rápidamente volvió a establecerse en sus días. Minho le había casi
suplicado a Kibum que volviera a ser su tutor y el rubio había aceptado, por lo
que cada tarde después de los entrenamientos de Minho o las visitas de Kibum al
hospital para sus chequeos semanales, se reunían en la casa del alto para
estudiar. Las evaluaciones semestrales estaban cerca y Minho debía esforzarse
mucho para conseguir buenas calificaciones, en especial en aquellas dos
materias que se le dificultaban, caso contrario no podría jugar el campeonato
intercolegial que comenzaba el siguiente semestre y mucho menos ser el capitán
del equipo.
Kibum
se sentía muy afortunado de tener a Minho a su lado, con el pasar de los días las
dudas acerca de los sentimientos del alto hacia él fueron desapareciendo. ¿Y
cómo no estar seguro del amor del alto? Si desde el primer día que se le
declaró, nunca ocultó su relación y al contrario se había encargado de que todo
el colegio se enterara de que Kibum era su novio y que por lo tanto el hermoso
rubio ya no estaba disponible.
Además
de aquello, a Minho no le importaba besarlo o acariciarlo en frente de quien
sea, muchas veces los habían retado por ese comportamiento tan relajado en el
colegio pero al final lo único que importaba era que estaban juntos y se
querían.
—
Bummie… quiero un beso – pedía Minho cual niño mientras permanecían en el
umbral de la puerta de la casa del rubio. Se habían quedado en la casa de Minho
hasta muy entrada la noche repasando por última vez ya que al día siguiente
comenzaban las evaluaciones semestrales.
—
Minho, acabamos de besarnos al salir del auto de tu madre – respondió el rubio,
haciéndose de rogar.
—
No me importa, sabes que tu boca es como una adicción para mi, así que quiero
mi dosis – replicó el alto tomando a Kibum de las caderas para acercarlo a su
cuerpo.
Kibum
no se resistió más, adoraba tanto que Minho deseara sus besos que en realidad
no era un sacrificio doblegarse ante la petición de su novio.
Juntaron
sus labios con ímpetu, saboreando con pasión la boca ajena y sintiendo que ya
no era suficiente únicamente con ese contacto porque ambos tenían ganas de fundirse
en uno solo, sentir el cuerpo contrario sin ninguna barrera.
Minho
siempre reprimía ese deseo intenso por Kibum porque a pesar de lo que había
creído antes, el rubio era virgen, lo cual había notado por sus reacciones tan
tímidas y sobresaltadas, sobre todo cuando Minho le regalaba caricias subidas
de tono. Y de verdad que el alto trataba de contenerse pero cada día al lado de
su rubio era más difícil hacerlo y no devorarlo completo.
Kibum,
en cambio, al contrario de lo que pensaba Minho, deseaba fervientemente que su
novio le hiciera el amor. Sí, era cierto que cuando Minho le tocaba más allá de
su espalda baja se inquietaba y cohibía, pero esa reacción se debía a que nadie
lo había tocado tan íntimamente y no porque le desagradara que su novio lo hiciera.
Estaba consciente de que Minho tenía mucha experiencia si de sexo se trataba y
por eso había procurado informarse acerca del tema. Para alguien tan inocente
como Kibum en ese campo, fue algo traumático mirar algunas posiciones y
consejos gráficos que encontró en la red, pero al final se dijo a sí mismo que
era algo que debía aprender si quería satisfacer a su novio y con la mayor
valentía del mundo revisó decenas de sitios que le mostraban muy explícitamente
cómo tener sexo y disfrutarlo al máximo.
Y
cada día, esperaba el momento adecuado para poner en práctica lo aprendido,
pero cada vez que Minho llegaba a tocarlo más íntimamente y los besos subían de
tono, paraba, se detenía y no hacían nada más y Kibum se estaba frustrando, porque
quería hacerlo con Minho, en ocasiones se preguntaba si su novio no lo deseaba
lo suficiente, de solo pensarlo una nube negra se posicionaba sobre su cabeza y
terminaba acurrucado en su cama sollozando y sintiéndose miserable.
Así
como en aquel momento, en el que después de que Minho lo besara tan
apasionadamente en la puerta de su casa se había despedido de él sin siquiera
mirarlo a los ojos.
La
semana de evaluaciones pasó sin mayor dificultad ya que a Minho le había ido
muy bien en todas las asignaturas incluidas aquellas dos materias que se le
hacían difíciles, hecho que se encargaba de agradecerle a su novio con un
efusivo beso después de cada examen. Para Kibum como siempre, las evaluaciones
eran pan comido, el rubio era muy inteligente y la verdad ni siquiera necesitaba
estudiar, tan solo con poner atención a las clases bastaba para que le fuera
más que bien en aquella semana que para el resto de alumnos era un infierno.
Y
así los meses pasaron. La relación entre Kibum y Minho marchaba bien, pero
Kibum se sentía cada vez más triste porque pensaba que el alto no lo encontraba
lo suficientemente atractivo como para hacerle el amor y en su mente tan activa
decenas de preguntas se arremolinaban por esa causa:
¿Sería
acaso que a Minho no le gustaba su cuerpo?
¿Quizá
a Minho le gustaba más un cuerpo femenino?
¿Y
si lo estaba engañando con alguna chica?
¿Y
si había vuelto a ver a Krystal y era ella la que estaba satisfaciendo
sexualmente a SU novio?
Al
pensar en aquello, la angustia se apoderó de su corazón. De solo imaginarse a
su novio revolcándose con su ex, tuvo ganas de gritar y llorar
descontroladamente. Inconscientemente se llevó un dedo a su boca y comenzó a
morderse la uña.
En
esa posición lo encontró Jinki, quien había visto como el rubio, salía del
salón de clases para sentarse en una banca ubicada en medio del patio de
recreo.
—
Kibum… — lo llamó sin obtener respuesta — ¡Kibum! – gritó al verse ignorado,
logrando al fin obtener una reacción del rubio.
—
Ah, Hola Jinki ¿Decías algo? – preguntó el rubio saliendo de su ensoñación.
—
No, te estaba llamando pero como no me hacías caso, te grité. – y algo enfadado
preguntó: — ¿Me puedes decir por qué estás tan distraído?
—
No, no es nada importante… creo que mejor vuelvo a mi salón.
—
Sabes que puedes confiar en mí, Kibum. Te conozco bien y no me creo eso de que
nada pasa…
—
Jinki… ¿Crees que soy sexy, que mi cuerpo podría atraer a un hombre?
—
¡Por supuesto! – exclamó Jinki sin dudarlo un instante. – Eres muy guapo,
Kibum. Te apuesto a que muchos chicos de este colegio les encantaría tener algo
contigo y que más de uno quisiera llevarte a la cama.
—
Muchos chicos menos el que yo quiero – dijo amargamente el rubio.
—
¿Qué quieres decir Kibum? ¿Pasó algo con Minho?
—
No mucho, es solo que quiero que tengamos sexo pero parece que a él no le gusto
lo suficiente.
—
Creo que deben hablar, Kibum. Todos hemos visto como te mira y déjame decirte
que no son precisamente miradas inocentes…
—
No sé, pero creo que no me desea y he llegado a pensar que no quiere hacerlo
conmigo porque tiene con quien satisfacerse…
—
Ay Kibum – suspiró Jinki. – No te imagines cosas extrañas, lo mejor es que le
digas como te sientes.
—
Sí, tienes razón – sonriendo continuó: — Gracias Jinki, te quiero, eres un buen
amigo. No, eres mi hermano. – pronunció
el rubio abrazando a su amigo.
Minho
esperaba como todos los días a su novio en la puerta de salida del colegio.
Pero la verdad era que odiaba ese momento del día y no porque tenía que esperar
a su novio sino porque siempre había una fila de chicos y chicas esperándole y
sonriéndole bobaliconamente. No entendía cómo aún sabiendo que esperaba a su
novio tenían el descaro de insinuársele, entregarle cartas y algunos más osados
incluso le tomaban fotografías. Él trataba de ser amable pero en ocasiones era difícil
cuando se le acercaban tanto que invadían su espacio personal.
Como
ese día, justamente ese día que tenía que entrenar y que por lo tanto solo veía
a Kibum por unos minutos y luego se separaban. Una chica de grados inferiores
se le acercó muy sonriente y antes de que el alto pudiera reaccionar ya había
recibido un beso en la boca. No supo como sucedió, ni siquiera lo vio venir,
fue tan rápido que ni tiempo le dio de rechazar tal desfachatez.
Lo
peor de aquella situación fue observar a Kibum con sus ojitos apagados, quien
había llegado en el preciso momento en el que la chica unía sus labios con los
de Minho. El rubio nada dijo, simplemente se dio la vuelta y corrió lejos de su
novio.
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