RESUMEN:
Kibum
debe conquistar a Minho para conseguir su fortuna. Pero los planes cambian
cuando Kibum realmente se enamora del alto. El rubio quiere una vida al lado de
Minho, ocultándole sus intenciones iniciales ¿Conseguirá su final feliz?
GÉNERO: AU, Romántico, Drama, Tragedia
CLASIFICACIÓN: +16
ADVERTENCIAS: lemon, mpreg, muerte de un personaje
CAPÍTULO 1
Kibum
vivió su niñez y adolescencia en un barrio pobre de Seúl. Abandonado cuando
tenía tres años por su madre y maltratado por su padrastro, creció sin conocer la felicidad
y el amor. A los diecisiete ya no soportó más, y huyó de aquella casa, que
nunca había sido un hogar, sólo un lugar lleno de malos recuerdos y abusos. Una
vez fuera, en las calles, se dio cuenta que nada era fácil, más bien, ocurrió
que su vida gris se convirtió en negra.
Vagó
varios días por las calles de su ciudad natal, pero nadie quería darle trabajo,
excepto en un lugar, un prostíbulo de mala muerte. Desesperado por conseguir
comida y un techo para vivir, aceptó.
Y
así Kibum cumplió diecinueve años,
entregando su cuerpo a cambio de dinero a hombres desagradables y depravados.
En ese lugar perdió su virginidad de la peor manera, siendo penetrado
salvajemente por un hombre viejo y gordo al que no le interesaron los gritos y
súplicas del chico con tal de satisfacer sus más bajos instintos. En ese lugar
aprendió a fingir placer y a darlo como un experto. En ese lugar se convenció
de que el mundo era una porquería, lleno de personas crueles.
Un
día cualquiera, llegó alguien que le ofreció una vida mejor, una vida fuera de
ese infierno. Kibum no lo pensó mucho. Aceptó. Y un viernes por la noche huyó
de aquel prostíbulo.
Dongwoon
era el nombre del hombre que le ofreció una oportunidad de una nueva vida. Pero
no todo era tan fácil como lo pintó Dongwoon al principio. El trato era que
aparte de convertirse en su amante, Kibum debía trabajar para él estafando a
hombres millonarios. Kibum se les acercaba en un bar, restaurante o reunión
social, debido a su belleza, los seducía muy fácilmente. Si lograba que lo
llevaran a sus casas los convencía de que aceptaran una copa previamente mezclada
con alguna droga, una vez que estaban inconscientes, llamaba a Dongwoon quien
con sus compinches vaciaban el lugar. De lo contrario, Kibum hacía que lo
llevaran a un hotel, en donde los dormía con un trago con algún estupefaciente
y les quitaba sus carteras. Muchas veces, esos hombres se rehusaban a aceptar
lo que les daba, a veces se ponían agresivos y a Kibum no le quedaba otra
alternativa que acostarse con ellos.
Kibum
consideraba que su estilo de vida había mejorado. Seguía siendo utilizado
sexualmente por Dongwoon y por otros hombres con los que Dongwoon tenía
negocios, pero ahora podía darse ciertos lujos, una pulsera, un tratamiento
facial o un cambio de look por ejemplo. Tenía un teléfono celular de última tecnología
y una que otra prenda de diseñador. Eran cosas banales, pero para Kibum eran
tesoros, esos con los que tanto había soñado cuando aún vivía con su padrastro.
Sin
embargo su alma y su corazón estaban dañados. Seguía sin conocer lo que
significaba ser amado o respetado. Y para empeorar la situación, ahora pesaba
en su conciencia los abortos que le habían practicado. Trataba de cuidarse,
tomando pastillas o procurando que sus amantes utilizaran condón. Pero en
ocasiones se le olvidaba tomar una pastilla o simplemente los hombres que lo
utilizaban no querían protegerse.
¿Y qué podía hacer? No podía permitirse tener
a los bebés, porque no tenía nada bueno que ofrecerles y porque no sabía si
sería capaz de quererlos cuando habían sido engendrados con asco y repulsión.
Para
cuando cumplió veintidós años, Dongwoon le dio de regalo otro trabajo. “El más
importante”. “El definitivo”, “El último” le había dicho a Kibum:
—
Se trata de Choi Minho, tiene veintidós años, sus padres murieron hace dos años
en un accidente de tráfico. Desde entonces él maneja todos los negocios: tiene
una empresa manufacturera, otra de seguridad y la más importante es la empresa
auditora. Choi y Asociados, es una compañía solicitada mundialmente por los
empresarios más reconocidos. Como puedes ver, está nadando en dinero, y lo que
tienes que hacer es fácil: Lo seduces, lo enamoras, te casas con él y después
de unos meses… nos deshacemos de él y todo su dinero será nuestro. —terminaba
de explicar Dongwoon con una sonrisa macabra en su rostro.
—
Claro, ¡Qué fácil! Como no eres tú el que va a
tener que seducirlo, enamorarlo y casarse con él… — reprochaba Kibum,
quien recientemente se había tinturado su cabello castaño por un rubio claro.
—
No creo que represente ningún problema y más sabiendo lo putita que eres. Estoy
seguro que nada te costará acostarte con él — espetó Dongwoon, dándole una foto
de Choi al rubio.
Era
cierto, en el instante en el que Kibum vio la foto de Choi Minho, supo que no sería
un sacrificio acercarse a él. Minho era un hombre joven, guapo y alto. Kibum no
sabía qué era lo que más le gustaba de Minho, si sus ojos grandes, sus labios
esponjosos, su porte o su cabello negro
y corto.
—
Está bien, lo haré. Pero como tú lo dijiste será el último. Ya no quiero esta
vida. Si logramos deshacernos de él, tú te quedas con la mitad ni más ni menos.
Y yo comenzaré una nueva vida con mi mitad lejos de esta ciudad.
— Trato hecho — sentenció Dongwoon, apretando
la mano de Kibum.
Propiciar
un encuentro con Minho, había sido sencillo. Dongwoon lo había investigado muy
bien y conocía a la perfección su rutina. Por eso, Kibum se encontraba en aquel
bar exclusivo esperando que Minho llegara para comenzar con el plan.
Y
tal como le informaron, Minho apareció en la barra del bar a las once de la
noche. Era viernes y el alto acostumbraba ir al lugar para conseguir alguien
con quien pasar la noche.
Kibum
fingió chocarse con él y regar su copa en el brazo de Minho.
Minho
sintió el liquido en su piel y quiso mandar al diablo al torpe que había regado
licor en su preciado suéter Dolce & Gabbana, pero cuando alzó la mirada y
vio al torpe, quedó encantado, fascinado, idiotizado…
Minho
pensó que tenía en frente al hombre más hermoso del mundo. Porque esos ojos
felinos delineados sensualmente eran deslumbrantes, su boca acorazonada era
como un imán que lo atraía, sus pómulos altos que lo hacían aún más bello, ese
cabello rubio brillante y sedoso, ¡Y ese cuerpo por Dios! Era el mismísimo
pecado. Sus manos cosquillearon por las ansias que tenía de tocarlo.
—
Discúlpame, por favor. Si quieres te pago la tintorería… — se excusaba el
rubio, fingiendo arrepentimiento por haber manchado la fina prenda.
—
Que tal, si mejor me acompañas a mi departamento… — coqueteó Minho, sonriendo
de oreja a oreja, él quería a ese rubio en su cama y no pensaba perder tiempo
en cortejos.
“¡Wow!
Eso fue fácil” — pensó el rubio y no iba a desaprovechar su suerte: — Tú no te
andas por las ramas ¿verdad?— cuestionó Kibum mirando seductoramente a Minho. —
Está bien, vamos.— dijo Kibum levantándose como todo un felino de su asiento.
Minho
miró el delicioso trasero del rubio y pensó que definitivamente esa noche sería
inolvidable.
Apenas
llegaron al lujoso departamento de Minho, se desvistieron a toda velocidad, sin
despegar sus bocas de la ajena. Minho estaba excitado a más no poder y apenas
si había tocado y besado al rubio. Kibum no estaba menos eufórico, nunca había
sentido lo que estaba sintiendo con el alto. Era algo tan irrefrenable que si
no estuviera seguro de estar despierto, pensaría que era un sueño.
Ya
totalmente desnudos, Minho lo condujo a la habitación, en donde una inmensa
cama los esperaba. Sin perder el tiempo, tiró al rubio sobre ella, abrió sus
piernas y se colocó entre ellas. Estaba desesperado por penetrar al rubio, pero
no quería hacerle daño por lo que incorporándose un poco tomó de su buró un
frasco de lubricante y una tira de condones.
—
Y ¿Para qué necesitas tantos condones? — le preguntó sonriente el rubio
—
¿No pensarás que me voy a conformar con una vez, cierto? — le contestó
lascivo el alto.
Y
una vez que preparó al rubio, se colocó un condón y lo penetró sin más
preámbulos. Comenzó con un ritmo lento pero sabiendo que no duraría mucho tomó
las piernas del rubio y lo penetro con fuerza. Una y otra vez empujó su miembro
en el ano de aquel ser que a Minho le pareció divino, con su rostro sonrojado,
los labios entreabiertos, tan sensuales que después de contemplarlos por unos
segundos devoró con gula, chupándolos, mordiéndolos e introduciendo su lengua
en aquella boca pecaminosa ahogando así los gemidos lujuriosos que emanaban de
ella.
Sintiendo
el orgasmo cerca, salió del rubio y lo puso en cuatro patas. La vista de ese
trasero era única, parecía un perro en celo, babeando, desesperado por penetrar
al rubio. Y así lo hizo, tomo de las caderas al rubio atrayéndolo hacia él y lo
penetró una y otra vez.
KIbum
estaba disfrutando el momento al máximo. ¡No lo podía creer! Por primera vez en
su vida estaba sintiendo cosas especiales durante el sexo. No era como si nunca
hubiera sentido placer cuando lo follaban, pero nunca había sentido tal y tanto
placer en su vida. Minho, como ningún otro se había preocupado por encontrar su
punto dulce y cuando lo hizo no dejó de acariciarlo una y otra vez. Ni siquiera
sabía que existía tal lugar dentro de su cuerpo. Pero ahora que lo había
experimentado no quería dejar de sentir tantas emociones y tanto placer.
—¡Sí,
así, así! — gritaba el rubio, delirando por el placer que le proporcionaba el
pene del alto.
—
¿Te gusta cómo te lo hago? — preguntaba Minho envuelto en el placer
—Ah,
sí, sí… — susurraba el rubio, a punto de tener un orgasmo. Y no aguantó más, el
placer fue incontrolable y Kibum se corrió en las sabanas bajo él y debido a la
fuerza del orgasmo sus piernas fallaron y cayó en la cama.
Mientras
que Minho lo embistió un par de veces más y se corrió en el condón. De verdad
que no quería salir del rubio, pero sabía que no aguantaría su peso, así que
con cuidado sacó su pene del ano del rubio y retiró el condón para botarlo en
la basura.
Kibum
estaba cansado pero muy satisfecho. Por primera vez en su vida, no se sentía
utilizado y sucio. Se sorprendió cuando Minho le dio la vuelta y comenzó a
besarlo, pero para nada le molestó. Minho besaba tan rico, que odió tener que
separar sus labios para poder respirar.
Estuvieron
besándose y acariciándose por un buen tiempo, hasta que Minho lo puso de lado y
comenzó a acariciar su rosada entrada. Después de unos minutos jugando con el ano
del rubio, Minho perfiló su miembro en la fruncida roseta y lo penetró.
Kibum
gimió fuertemente de dolor al sentir la intromisión, pero cuando Minho tocó su
punto dulce, el placer reemplazó la molestia. Mientras Minho empujaba hacia
adelante, Kibum lo hacía para atrás para que Minho lo penetrara más
profundamente y las manos del alto contribuían a su placer, si no acariciaban
sus tetillas, estaban en su abdomen o en su miembro.
Ambos
se sumieron en esa danza erótica, sincronizando sus movimientos, sintiendo
demasiado placer y emociones nunca antes experimentadas por ambos. Pero como
todo lo bueno tiene un final, pronto llegaron al orgasmo.
Para
la tercera ronda, Kibum le hizo sexo oral a Minho y este le devolvió el favor
luego de haberse corrido. Después de que el rubio se corrió, Minho tuvo toda la
intención de follarlo de nuevo, pero su acompañante ya estaba más que dormido.
Así que con cuidado de no despertarlo los cubrió a ambos con las sábanas y se
durmió contemplando el hermoso rostro del rubio.
Al
día siguiente, Kibum despertó primero. Un poco desorientado se levantó de la
cama y al salir de la habitación se dio cuenta que estaba en el departamento de
Choi Minho, ese hermoso hombre que follaba como un dios y que lo había dejado
casi muerto a causa de eso. Sonrió al pensar que más que un trabajo, estar con
Minho era el mismísimo paraíso. Fue a la que supuso era la cocina, y comenzó a
preparar el desayuno.
Minho
despertó buscando la calidez del cuerpo del rubio, al no encontrarlo, pensó que
se había ido dejándolo sin despedirse. Era lo habitual con sus amantes de una
noche. Pero no quería eso con Kibum. Kibum, definitivamente era especial y no
iba a dejar que se le escapara así como así. Apurado se puso unos jeans viejos
y una camiseta y salió en búsqueda de su rubio. Escuchó ruido en la cocina así
que se dirigió hacia allá y grata fue su sorpresa al encontrarse con un hermoso
gatito rubio exprimiendo un par de naranjas. Quien al notar la presencia del
alto, alzó la mirada:
—
No sé cómo se utiliza el extractor, así que lo estoy haciendo manualmente —
dijo el rubio alzando sus brazos para que Minho viera las naranjas exprimidas.
—
Pero si es súper sencillo — aseguró el alto, acercándose a Kibum para darle un
fogoso beso.
Kibum
no se resistió, los labios de Minho eran adictivos y estaba más que dispuesto a
que Minho lo besara cuando le diera la gana.
—
Sé que lo de ayer fue muy rápido, pero no quería que te me escaparas. Eres tan
hermoso Kibum — añadió el alto volviendo a besar al rubio.
—
Sí, pero fue una excelente noche. Y quiero que se vuelva a repetir — dijo
sensualmente el rubio.
—
¡Qué bien! Porque si no querías, pensaba secuestrarte y tenerte amarrado a mi
cama — bromeó Minho
Después
de que desayunaron, volvieron a la cama, donde tuvieron sexo un par de veces
más.
Minho
le había dicho al rubio que quería conocerlo, y Kibum aceptó más que gustoso.
Minho
le contó de su trabajo, de su familia, de la muerte de sus padres, de algunos
de sus amigos y finalizó diciendo que había encontrado a una persona muy
especial y que esperaba verlo muchas veces más, obviamente se refería a Kibum.
Kibum
le dijo que sentía lo mismo, que estaba dispuesto a frecuentarlo y que quería
saber todo de él. De su vida, le dijo que su madre lo había abandonado y que su
padrastro lo maltrataba, que luego cuando cumplió dieciocho se había escapado
de su casa y comenzado a trabajar en un restaurante como mesero, restaurante
cuyo dueño era un buen hombre que le había dado un lugar para vivir, pero ese
buen hombre había muerto hace dos años y su esposa lo había echado a la calle,
y a partir de ahí con sus ahorros había conseguido alquilar un pequeño cuarto
con baño donde actualmente vivía, le contó que afortunadamente en poco tiempo había
conseguido trabajo en una pastelería
como vendedor que era lo que hacía hasta ahora. Por supuesto, la mayoría de lo que le contó era mentira.
Comenzaron
a tener citas, cada vez más frecuentes, poco a poco fueron conociéndose, en
ocasiones peleaban por tonterías, pero las reconciliaciones eran alucinantes. Y
así pasó el tiempo, y ambos corazones iban llenándose de un sentimiento cálido
pero poderoso, intenso.
Kibum
y Minho llevaban tres meses de conocerse y dos de novios. Y todo era como un
sueño, un hermoso sueño para ambos. Kibum en el fondo sabía que eso no era una
actuación, que todos los sentimientos eran reales… y sí, lo eran, porque aunque
el rubio quisiera negarlo, se había enamorado de Minho. Lo amaba y eso no era
parte de ninguna actuación para conseguir el dinero del alto. Y cómo no iba a
enamorarse si Minho era tan cariñoso, tan amable, tan educado, tan inteligente
y siempre tenía una palabra de aliento cuando le decía que había tenido un mal
día en la pastelería. Porque Kibum en realidad sí consiguió un empleo en una
pastelería, había estado pasando por el lugar que quedaba cerca del cuarto en
que vivía y se fijó en el rótulo publicado para solicitar un vendedor, entró al
lugar a pedir el trabajo, lo entrevistaron y al final lo aceptaron para el
puesto. Le pareció irónico y triste, si hubiera conseguido un empleo como ese
cuando era adolescente no hubiera tenido que dedicarse a la prostitución.
Todo
era maravilloso en su relación, hasta que Kibum recibía las llamadas de
Dongwoon. Todas las semanas le pedía un informe de los adelantos que tenía con
Minho, y estuvo encantado de saber que se hicieron novios, se emocionaba al
saber que Minho cada día caía más profundamente enamorado por el rubio. A veces
no le bastaba con llamar e iba al pequeño cuartito que había alquilado y en el
que vivía para corroborar la historia inventada a Minho, después que le contaba
todo lo ocurrido en la semana, se lanzaba sobre el rubio y lo tomaba. Kibum no
sabía si eso era una violación, porque no se resistía, dejaba que Dongwoon
hiciera con él lo que quisiera, dejaba que lo penetrara sin preparación y
algunas veces incluso sin protección. Para sentir placer, cerraba los ojos y se
imaginaba que era Minho quien lo tomaba, que era el alto el que lo penetraba y
besaba suciamente, que era su Minho quien terminaba dentro de su cuerpo. Sólo
así, lograba tener un orgasmo y que Dongwoon lo dejara en paz al creer que lo
hacía disfrutar.
Cuando
eso pasaba, no podía hacer el amor con Minho en varios días. Debía esperar esos
días para que su cuerpo dejara de doler. Pero sobretodo esperaba esos días para
sentirse menos sucio, menos culpable. Al menos, tenía el consuelo de que no se
le había olvidado tomar los anticonceptivos.
—.—.—.—.—
Dos
años pasaron, tiempo en el que Minho y Kibum se volvieron inseparables, los
sentimientos más hermosos surgieron entre ellos, el amor era palpable a donde
quiera que fueran y ante quien los viera.
Era
sábado por la mañana y en el departamento de Minho, Kibum despertaba mirando lo
más preciado en el mundo para él. Minho dormía a su lado, respirando
apaciblemente y frunciendo sus labios de forma involuntaria. Ese hombre que
yacía junto a él apacible, era lo mejor que le había pasado a Kibum, era el
principio y el fin de su existencia, era su única razón para seguir adelante y
aún cuando sabía que lo había conocido por las razones equivocadas, no se
arrepentía de aquellas circunstancias. Porque de otra manera, no hubiera podido
siquiera acercarse a una persona como Minho, ¿Cómo un don nadie se iba a
encontrar en la vida con alguien como el alto? Minho era un importante
empresario y él un vulgar delincuente. No existía forma de que se encontraran,
al menos no en situaciones favorables como las que se había inventando para
acercarse al alto.
—
Buenos días, gatito — susurró Minho antes de besar a su novio.
—
Buenos días, mi amor — contestó el rubio, un poco sorprendido al ser besado por
el alto.
—¿Llevas
mucho tiempo despierto? — preguntó el alto acariciando los rubios cabellos.
—
No, no mucho. Es sólo que me gusta verte dormir… —dijo Kibum acercando la
cabeza de Minho con su mano para besarlo.
—
uuumm, que rico beso— expresó encantado Minho — me encanta comenzar el día a tu
lado, con tus besos, con tus sonrisas…
— añadió el alto, besando al rubio.
—
A mi también…— contestó volviendo a besar al alto
—
Pero no podemos quedarnos más en la cama, recuerda que hoy viene mi primo y
vamos a almorzar con él. Así que comencemos a alistarnos que ya son las diez…
—
Pero no tengo nada que ponerme… —renegó Kibum, En parte era cierto, él no tenía
ropa adecuada para la ocasión, y ya había conocido al primo de Minho, y siempre
se le quedaba viendo como si estuviera muy debajo de él y el rubio a pesar de
que no se dejaba menospreciar si se sentía muy mal al saber que uno de los
familiares de Minho no lo quería. Ya había conocido a algunos de sus tíos y
primos quienes se habían portado muy amables con él. Sólo le restaba conocer a
Sulli, la prima más querida del alto, pero que por cuestiones de trabajo vivía
en China, por lo que lo único que conocía de ella eran las tantas cosas que
Minho le había contado.
—
Eso no es problema, vamos a comprarte algo y luego nos vamos al restaurant,
¿Quieres? — ofreció Minho
—
No te lo estoy diciendo para que me compres algo, Minho. Es simplemente, que tu
primo siempre me mira mal y a veces me cohíbo para no decirle unas cuantas
verdades. Es como si con la mirada me dijera que no le gusto para ti, que yo no
te merezco…
—
Gatito… mi primo es… especial, pero no creo que no le gustes. De todas formas,
si así fuera, va a tener que soportarte, porque yo te amo y quiero pasar el
resto de mi vida contigo — confesó el alto. Esa tarde, además de almorzar con
su primo, planeaba pedirle a Kibum que se casara con él, pero ya que vio a su
gatito tan desanimado, decidió pedírselo de una vez por todas.
—
¿Hablas en serio, Minho? tú… ¿Quieres pasar toda tu vida conmigo? — preguntó
sorprendido, sentándose frente a Minho.
—
Claro que sí — le contestó Minho, levantándose de la cama para dirigirse a su
closet, de donde sacó una elegante cajita de terciopelo azul.
—
Pensaba pedírtelo esta tarde, pero sabes que no me gusta verte triste, así que,
para que espero más. — y arrodillándose en el suelo junto a la cama, pidió —
Kim Kibum, amor de mi vida, mi corazón, mi gatito hermoso, luz de mi vida…
¿Quieres casarte conmigo? — preguntó algo nervioso
Kibum
se quedó estupefacto, sin creer lo que estaba escuchando, pero al mirar los
ojos llenos de amor de Minho, supo que todo era real:
—
Por supuesto que si… ¡Sí! ¡Sí!— gritó
emocionado hasta las lágrimas y enseguida se levantó de la cama y se lanzó
hacia Minho, quien aún permanecía arrodillado en el suelo.
—Déjame
ponértelo, gatito.— dijo el alto soltando a Kibum, quien permanecía fuertemente
abrazado a él.
Kibum
estiró su mano izquierda, para que su ahora futuro esposo, le colocara el
anillo:— ¡Es hermoso! — expresó el rubio encantado con el anillo ya que no se
había fijado mucho en él hasta ese momento. Se trataba de un anillo de oro
blanco con un diamante rosa de seis garras hecho a la medida, cosa que Kibum
notó.
—
Oye, amor. Pero me queda perfecto, ¿es posible? — inquirió el rubio mirando
feliz su anillo de compromiso.
—
Claro, tuve que tomar prestado uno de tus anillos para que lo hicieran a la
medida.
—¡Ah!
Eso es lo que hacías el otro día, que te encontré husmeando en mis cajones… —
afirmó el rubio entrecerrando los ojos. No era raro que Minho fuera al cuarto
donde vivía Kibum, pero ese día, el alto había estado muy sospechoso, por un
momento había pensado que Minho había encontrado algo de Dongwoon en el lugar,
pero luego que regresara del baño, se había comportado como siempre, por lo que
con alivio pensó que sólo estaba imaginando cosas.
—
Pues sí, quería que fuera sorpresa. — dijo Minho encogiendo los hombros.
—
La mejor de todas — alegó Kibum acercando su boca a la de Minho. — Te amo,
Minho — susurró dulcemente antes de besar al alto.
—
Yo también te amo — correspondió el alto, para luego volver a unir sus labios
con los de su gatito.
Después
de hacerse cariños y arrumacos por unos minutos, comenzaron a alistarse para ir
al almuerzo con el primo de Minho.
Al final, Kibum sí compró ropa para ir a la
cita y Minho terminó comprándole algunas prendas más que el rubio se había
quedado viendo con los ojitos brillantes y alegres. Por supuesto, la mayoría de
cosas, eran de color rosa, el color favorito de Kibum. Y por eso, el anillo de
compromiso que le había dado, también poseía ese color de diamante. Minho hacía
todo con tal de que su gatito estuviera feliz.
Durante
el almuerzo, Jonghyun había estado mirando constantemente la mano izquierda de
Kibum, pero no era eso lo que le llamaba la atención, sino el anillo de
compromiso que portaba el rubio en su dedo anular. Después de que terminaran de
comer, Jonghyun le pidió a Minho un momento a solas y cuando lo estuvieron,
comenzó a despotricar en contra de Kibum, que si él era un aprovechado, que si
no tenía la suficiente clase, y otras más aseveraciones. Pero a Minho no le
importaba lo que pensara su primo de su novio. Él creía conocerlo y estaba
totalmente seguro que Kibum era el amor de su vida. Así que le contestó que se
ahorrara sus comentarios, porque él no los necesitaba.
Kibum
estaba más que feliz por la propuesta de matrimonio. Para él todo era real y no
parte del plan maquinado por Dongwoon. Durante el tiempo que llevaba con Minho,
había estado pensado en cómo deshacerse de aquel tipo. Kibum estaba en verdad,
total e irrevocablemente enamorado de Minho. El alto era lo mejor de su vida y
agradecía el haberlo conocido. Por eso, planeó que después de la boda,
conseguiría el dinero suficiente para contratar sicarios que desaparecieran a
Dongwoon. Aquel sujeto no se interpondría en su felicidad, porque Kibum quería
amar sin ningún impedimento a Minho, quería dar cada segundo de su vida para
hacerlo feliz, Minho en alguna ocasión le había dicho que le gustaban los niños
y que quería tener como mínimo tres y Kibum estaba dispuesto a darle los hijos
que su amor quisiera. Y eso era todo lo que quería, formar una familia con el
hombre que amaba sin ningún impedimento.
La
boda estaba planificada para dentro de seis meses. Tiempo que Minho empleó contratando una empresa especialista en el
tema para que ayudara a Kibum a decidir los detalles que aunque serían pocos
debido a que no sería una pomposa ceremonia, sí quería que todo estuviera al
gusto de su amado rubio. También reservó una villa de lujo en la isla
paradisiaca Bora Bora, lugar que Kibum había mencionado alguna vez como uno de
los que quería conocer. Luego se encargó de buscar una bonita casa en el mejor
barrio de Seúl, después de varias semanas de búsqueda se decidió por comprar
una casa de dos pisos con grandes ventanales, una piscina cubierta y un patio
amplio. Y por último, estaba buscando una escuela en la que Kibum pudiera
terminar la secundaria, sabía que Kibum soñaba con ser un diseñador de modas,
pero para eso debía ir a la universidad y para ir a la universidad debía
terminar su educación básica, sabía que el rubio se enojaría por encontrarle
una escuela sin su consentimiento pero al final, lo aceptaría y con el tiempo,
poco a poco podría realizar sus sueños.
Mientras
tanto Kibum, en esos seis meses había tratado de tener el menor contacto
posible con Dongwoon, pero a veces era inevitable que fuera a su cuarto. En ese
momento, Kibum descansaba desnudo en su cama luego de que Dongwoon lo tomara.
—
Ya falta poco para terminar con esta farsa, he esperado dos años y ¡por fin! —
habló Dongwoon, sentado en el borde de la cama, dándole la espalda a Kibum. —
Pasado mañana, te casarás con el niño rico y estaba pensando que no hace falta
que dejemos pasar mucho tiempo antes de matarlo. En cuanto regreses de la luna
de miel, me encargaré de contratar unos tipos que finjan asaltarlo, por
supuesto que no saldrá vivo de ese “asalto”— recalcó Dongwoon.
— Creo que nadie
sospechará de ti, después de todo, no es raro que una persona muera de esa
forma. — se burló el chico.
—
Está bien, mientras esto termine lo más rápido posible, para mí está bien —
dijo Kibum fingiendo tranquilidad y poniendo en su rostro una máscara de
frialdad.
—
Después, cuando obtengamos el dinero, podemos tener nuestra propia luna de
miel. No dejaré que vayas a hacer tu nueva vida sin antes follarte como se
debe. Quiero tenerte sólo para mí durante un par de días, claro que no
saldremos de la cama. — aseguró posicionándose encima de Kibum y abriendo sus
piernas.
—
Como tú quieras — respondió Kibum antes de gemir por la intromisión del miembro
de Dongwoon a su cuerpo.
Kibum
pensaba que esa sería la última vez que se acostaría con aquel tipo y tenía
razón. Pero lo que ni siquiera sospechaba era que Dongwoon tenía colocada una
cámara en su cuarto, cámara que podría arruinar sus expectativas de una vida
feliz.
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