Aclaración del Capítulo: Cartier y los lugares que menciono no me pertenecen y los utilizo sin fin de lucro.
CAPÍTULO 3.
De
ninguna manera Minho dejaría que Kibum estuviera en otra situación de peligro,
así que decidió asignarle un guardaespaldas para que lo protegieran. Antes de
comenzar el viaje, había revisado los currículos de los cinco hombres que los
protegerían, y pensó que el más idóneo
para proteger a Kibum era Jung Jinwoon, porque tenía entrenamiento militar y
porque con veinticuatro años era el más joven, lo que seguramente ayudaría a
que Kibum confiara en él.
Al
día siguiente, Minho le presentó a Kibum su nuevo guardaespaldas. Al rubio no
le agradaba mucho la idea, pero Minho tanto insistió diciéndole que era por su
bien que al final terminó aceptando. También le entregó un nuevo celular y una
tarjeta de crédito para que fuera a donde sea y comprara lo que quisiera ya que
al final, sí le despojaron de todas sus cosas materiales en el asalto, menos
mal que no llevaba el anillo de matrimonio porque a Kibum la joya diseñada por
Cartier le parecía demasiado costosa como para portarla cuando hacía turismo. Pero
esa misma mañana, Minho le insistió que llevara el anillo, después de todo, él
si lo llevaba en todo momento además, ahora no había peligro de que le robaran
ya que estaría protegido casi todo el tiempo.
Por
otro lado, Jinwoon se regodeó por poder compartir tiempo con Kibum. El sólo
mirarlo era una delicia. Mientras veía caminar al rubio pensaba en que Choi
Minho era un hombre afortunado por haber encontrado un chico como Kibum, ahora
entendía por qué el alto le decía gatito, sí que parecía uno. Con esos hermosos
ojos felinos, esa boquita acorazonada y ese cuerpo que contoneaba cual felino
no tenía dudas que el rubio podía obtener lo que quisiera. En todo caso, él no
iba a insinuarle ni nada por el
estilo, Jinwoon respetaría al rubio porque era el esposo de su jefe.
Pero nadie le podía prohibir mirarlo y eso es lo único que haría.
Al
mismo tiempo, de nuevo Kibum caminaba por las calles de Macau, esta vez no se
había metido a calles desoladas y estrechas, pero sabía que si lo hacía, su
guardaespaldas lo ayudaría. Le incomodaba un poco tener que ser perseguido pero
también se sentía protegido, ahora llevaba su muy costoso anillo de matrimonio y
no quería que fueran a robárselo, tampoco el nuevo celular que Minho le había
entregado, ni la tarjeta de crédito… y a veces pensaba que no le gustaba que el
alto lo consintiera tanto, no iba a negar que le encantaba poder comprar
cualquier cosa por más costosa que fuera, pero eso no era lo más importante
para él, hace tiempo que había llegado a la conclusión de que sin Minho nada de
eso valdría la pena. Prefería ser pobre, siempre y cuando Minho estuviera a su
lado. ¡Pero qué cursi se había vuelto! Nunca pensó que se convertiría en el
esposo meloso y consentidor que era con Minho. Definitivamente, “el amor podía
cambiar a la persona más fría” pensó el rubio, sonriendo.
Después
de divagar por unos minutos mientras paseaba por las calles céntricas de Macau,
le dieron ganas de ir a comprar algo de ropa y zapatos, así que sacó su mapa
para buscar un centro comercial, pero no entendía mucho los símbolos y colores
de ese mapa y ya que tenia a alguien a quien preguntar se volteó hacia su
guardaespaldas quien iba caminando sigilosamente tras suyo: — Eh… disculpa —
llamó la atención Kibum. — ¿Sabes cómo llegar a este centro comercial? — le
preguntó señalando el mapa.
—
Ah… déjeme ver — pidió Jinwoon tomando el mapa,
sorprendido por el repentino acercamiento del rubio. Cuando miró el
mapa, supo que tampoco entendía ni se ubicaba en este, así que pensó que lo
mejor sería pedir un vehículo con chofer para que los llevara a su destino, así
se lo hizo saber a Kibum quien resignado aceptó esperar el auto.
Ya
en el centro comercial, Kibum disfrutó mucho comprando ropa en una y otra
boutique. Pero en ocasiones dudaba de que cierta prenda le quedara bien, así
que le pedía una opinión a su guardaespaldas quien más que encantado le decía
su opinión. Si Kibum voluntariamente le mostraba su cuerpo a Jinwoon, él no era
nadie para quejarse.
Para
el almuerzo, Kibum esperaba poder encontrarse con Minho, pero lamentablemente
su esposo lo había llamado para avisarle que tenía una importante reunión y que
no lo vería hasta la noche. Resignado, aprovechando que su guardaespaldas no
dejaba de seguirlo y seguramente el también tenía hambre, lo invitó a comer en
un restaurante italiano del centro comercial.
—
Y… ¿Cómo fue que decidiste ser guardaespaldas? — curioseó el rubio, tratando de
entablar una conversación con su acompañante.
—
Mi sueño era ser policía… pero cuando iba a entrar a la Academia de Policía, mi
madre murió y yo no tenía el dinero para pagar los gastos de su entierro… un
amigo que también se dedica a esto, me recomendó en una empresa que recluta
gente para proteger a personas importantes, hace un año comencé a trabajar con
Kim Jonghyun, pero usted debe saber que se accidentó, por eso esta vez estoy
trabajando para su esposo.
—
¡Vaya! Lamento mucho lo de tu madre… pero no me trates de usted ¿sí? Me siento
viejo cuando lo haces — confesó el rubio
—
Como usted… quiero decir… como quieras — respondió sonriente Jinwoon — Y no te
preocupes por lo de mi madre, ahora ya duele menos.
A
partir de ese momento, protector y protegido forjaron una relación de amistad.
Hecho que fue inevitable considerando que pasaban mucho tiempo juntos. Habían
pasado cinco meses desde que comenzaron a viajar por diferentes partes del mundo
debido a los negocios de Minho. En ese tiempo, visitaron Tokio, Berlín, Oslo y
Paris; lugares en los que Kibum se había divertido mucho, conociendo los
lugares más hermosos e interesantes que nunca en su vida imaginó. La relación
con Minho iba muy bien, el rubio sentía que cada día amaba más a su esposo, a
pesar de que en ocasiones discutían y la mayoría de veces fueran por los celos
que el alto comenzó a sentir por la relación de amistad que mantenía el rubio
con su guardaespaldas, siempre encontraban la manera de reconciliarse de la
mejor forma posible. Y a Kibum, le seguía sorprendiendo su entrega hacia su
matrimonio, ya que era él quien continuamente trataba de arreglar las cosas,
odiaba pelear con Minho y no soportaba que no le hablara y menos si era por
algo tan sin sentido como los celos. Por eso la mejor manera de reconciliación
para Kibum era llenar de besos a su esposo mientras le decía que no había nadie
más importante que él, que nadie lograría ocupar el lugar que ocupaba en su
corazón, que lo amaba inmensamente… y luego de esas declaraciones, Minho no se
resistía más, terminaban haciendo el amor tan apasionadamente que Kibum lo
resentía durante días.
Ahora
se encontraban en Londres, Minho sabía que era la ciudad favorita de Kibum, esa
que siempre había soñado conocer y por eso decidió que se tomaría unos días para
pasear con su gatito. Todavía les faltaba una ciudad a la que ir, pero ya había
recibido desde Nueva York reportes del gerente general de una de las sucursales
de la empresa auditora, informándole de algunos problemas por malversación de
fondos por parte del gerente financiero, ese problema no se solucionaría tan
fácilmente, por lo tanto, en su próximo y último destino tendría que permanecer
por un largo tiempo, serían seis meses o tal vez más. En ocasiones veía un poco
triste a Kibum, creía que era porque extrañaba Seúl y su trabajo, por eso
mientras paseaban por “London Eye” seguidos de sus guardaespaldas, resolvió hablarle
a su rubio sobre aquella situación:
—
Kibum… estaba pensando que tal vez, lo mejor sería que regresaras desde aquí a
Seúl — sugirió el alto mientras miraban el paisaje.
—
Pero ¿No tenemos que ir a Nueva York aún?
—
Si bebé, pero a veces te veo melancólico, triste y si extrañas mucho tu rutina,
pues… vuelve a casa y yo iré solo a Nueva York, me voy a quedar mucho tiempo
ahí, voy a estar muy ocupado y no quiero que vayas a sentirte abandonado, así
que…
—
No Minho— interrumpió el rubio. — Yo
quiero ir contigo, mi lugar está a tu lado y estoy bien, si me has visto triste
es porque a veces me pongo a pensar cosas que nada tienen que ver con que
extrañe Seúl — continuó — Además si te vas a quedar mucho tiempo en Nueva York
y yo me voy a Seúl te extrañaría demasiado, y por mi rutina no te preocupes
porque no creo que tenga ya trabajo, ha pasado mucho tiempo y yo les dije que
iba a regresar en un mes, así que además de ti, no tengo otra ocupación más por
el momento…
—
Mi amor… eso es otro asunto del que quería hablarte… mira, antes de irnos de
luna de miel, arreglé tu inscripción a
una escuela en la que podrás terminar tu último año de bachillerato—
—
Que hiciste ¿qué? — volvió a interrumpir el rubio algo enfadado.
—
Sabía que no te iba a gustar, pero eso es lo que tienes que hacer si es que
quieres ir a la Universidad para estudiar Diseño de Modas…
—
Minho… no me había puesto a pensar en eso, me encantaría ir a la Universidad
pero… ¿No te parece que estoy algo viejo para ir al colegio? — preguntó más
tranquilo.
—
Nunca es tarde, gatito. Todo es cuestión de que te apliques y cuando te des
cuenta ya estarás graduado de la Universidad.
—
Gracias Minho, gracias por preocuparte por mí. Te amo ¿lo sabes verdad? — dijo
el rubio, pasando sus brazos por el cuello del alto y acercando su boca a la
ajena.
—
Am, No. No lo sabía, es que nunca me lo dices… — bromeó el alto tomando con sus
manos la cintura del rubio.
—
Tonto. Pues de ahora en adelante, te lo voy a decir a cada hora, ¿qué te
parece?
—
Perfecto — concluyó el alto besando los exquisitos labios acorazonados de su
esposo.
Jinwoon
observaba cómo la pareja se besaba y abrazaba. Sabía que no debía sentir lo que
estaba sintiendo, pero ¿Quién que conociera a Kibum, no se enamoraría de él?
Kibum era un ser especial, tan dulce, tan amable y entregado a su esposo… pero
lo que más le gustaba a Jinwoon del rubio era esa fachada fuerte que siempre
cargaba, porque él sabía que Kibum era un ser muy sensible y cariñoso. Sabía
también que el rubio nunca se fijaría en él, porque amaba a su esposo con todo
su corazón. Y tan fuerte era ese sentimiento, que sabía que si algún día a
Kibum le faltara Minho, el rubio moriría de tristeza.
Los
días que Minho pasó con Kibum, se dedicaron a pasear y divertirse. Había tantas
cosas que conocer en Londres, que Kibum pensaba que nunca terminaría de
conocerlas todas. Ahora sabía lo que significaba ser feliz, para Kibum la
felicidad estaba en mirar a Minho sonreír cada vez que veía algo interesante,
la felicidad era sentir la calidez de la mano de su esposo mientras visitaban
aquella ciudad, la felicidad era que Minho cuidara de él cual joya preciosa, la
felicidad era sentir las caricias y los besos de su esposo mientras hacían el
amor.
Así
como en ese momento, en el que Kibum acostado de espaldas, disfrutaba de los
besos de Minho en su cuello al mismo tiempo que lo penetraba una y otra vez.
—
Más Minho, más duro…— pedía el rubio, acariciando el cabello oscuro de su esposo, quien se encargaba de satisfacerlo
embistiéndolo fuertemente.
Kibum
al sentir llegar el orgasmo, apretó el agarre que había puesto en las caderas
del alto tratando de sentir aún más las penetraciones. Y después de unas cuantas
embestidas más, Minho lo llenó con su semilla.
—Ah
gatito, eso estuvo delicioso— expresó eufórico el alto, quien estaba sobre el
rubio sin sacar su miembro de aquel apretado pasaje.
—
Sí, siempre lo es — contestó el rubio quejándose un poquito cuando Minho salió
de él. — Voy un momento al baño— dijo antes de levantarse de la cama.
—
Gatito hermoso, ¿Sabes lo sexy que te vez con mi semen corriendo por tus
piernas? — preguntó el alto coqueto.
—
¡Eres un pervertido! — le gritó el rubio ruborizado, entrando al baño y
cerrando la puerta.
Minho
le dio la razón, pero sólo con su esposo había sido así. Encogiéndose de
hombros, se levantó de la cama para ir detrás del rubio. Seguramente Kibum iba
a ducharse y él quería un poco más de acción.
Y
así después de haber pasado un mes en Londres, se trasladaron a Nueva York, en
dónde Minho ya se había encargado de alquilar un departamento. Si iban a
quedarse medio año ahí, eso era lo mejor, también Kibum podría sentirse más cómodo,
cocinarle y consentirlo, como en algún momento le había ofrecido.
Era
jueves y había amanecido lloviendo. Minho ya se había marchado al trabajo hace
horas y Kibum luego de prepararle el desayuno, había regresado a la cama. Ese
día se sentía un poco deprimido. Tal vez fuera por el mal clima del día o tal
vez era porque la lluvia le había recordado esos días en los que Dongwoon se
quedaba con él cuando llovía. Nunca sintió siquiera aprecio por él, pero ahora
que sabía que estaba muerto, no podía dejar de preguntarse qué hubiera sido de
su vida si no hubiera aceptado escapar de aquel prostíbulo. En ese lugar, en el
que era un poco menos que un esclavo no hubiera sobrevivido más tiempo y aunque
Dongwoon siempre lo utilizó, por lo menos le pagaba y gracias a él y sus
retorcidos planes conoció a su Minho. Y eso, se lo iba a agradecer eternamente.
De
la muerte de Dongwoon se enteró por internet cuando estaban en Macau, la verdad
no sintió culpa por haberlo delatado, con él siempre se había portado
medianamente decente, pero con los demás chicos y chicas que explotaba no era
así. Por lo que Kibum creía que se había hecho justicia, él sabía que Dongwoon
prefería morir a ir a la cárcel, así que desde el principio supo en que
terminaría el intento de captura de aquel tipo, que ahora descansaba, aunque dudaba
que fuera en paz.
Los
días en Nueva York pasaban lentos para Kibum, no podía ver a Minho hasta la
noche y por lo tanto tenía que arreglárselas para distraerse durante el día.
Con el pasar de los meses, el rubio aprendió a transportarse por metro y junto con su guardaespaldas
utilizaban ese medio de transporte para ir a todas partes. En las mañanas se
dedicaba a poner todo en orden en el departamento, al mediodía salía para
almorzar y luego se dirigía a clases de Inglés en un instituto que había
encontrado cerca de “Central Park”, había descubierto que era muy bueno para
aprender el idioma, llevaba tres meses haciéndolo y esperaba hablarlo
fluidamente para cuando se fueran del
país.
Uno
de esos días habituales, Kibum y Jinwoon
regresaban en un taxi a casa, después de asistir a una obra de teatro. El
tráfico en Nueva York era imposible, así que ya había pasado una hora y no
llegaban a su destino. Kibum miraba incesantemente la hora en su reloj que ya
marcaba cuarto para las nueve de la noche y de seguro Minho ya habría llegado
del trabajo. Y como si lo hubiera invocado, en ese preciso momento recibió una
llamada del susodicho: “Kibum, ¿me puedes decir dónde estás?”— inquirió un poco
molesto el alto.
—
Perdón amor, es que estamos en un taxi y hay un tráfico horrible…
“Bueno,
y por qué no tomaron el metro, de seguro que hace tiempo hubieran llegado”
—
Es que estábamos algo lejos de la estación y… — Kibum no completó la frase,
porque en medio de las decenas de autos, divisó a un joven corriendo y pidiendo
ayuda. — ¿Jinwoon, ves a ese chico? Parece que necesita ayuda, vamos por él…
pidió antes de salir del taxi que no estaba en movimiento debido al tráfico.
Kibum
corrió en dirección al chico que corría pidiendo ayuda a cada conductor que
tenía cerca. — ¡Hey, boy! — gritó Kibum al ver que el joven se alejaba en medio
de la marea de autos.
El
chico volteó su cabeza al escuchar el llamado y Kibum se dio cuenta de que el
joven era asiático, tal vez coreano como él. Pero además por la expresión en su
rostro pudo observar que estaba muy asustado y que tenía cortes y golpes en
todo el rostro.
—
¿Necesitas ayuda? Dime ¿Qué puedo hacer por ti?— preguntó el rubio en coreano,
su lengua natal. Intentando saber si el chico era de su misma nacionalidad.
—
¡Por favor! Ellos me están persiguiendo, no quiero volver a ese lugar ¡Por
favor! — rogaba el chico en coreano, acercándose a Kibum.
—
Está bien, ven, vamos a mi departamento. Ahí nadie te hará daño — le pidió
Kibum, abrazándolo por los hombros y tratando de que no huyera, ya que al ver
que Jinwoon se acercaba, el chico saltó del susto. — Él es mi amigo, no te
preocupes, no te hará daño. Ahora subamos a ese taxi, nos llevará a mi
departamento — le dijo el rubio, señalándo el vehículo del que bajó para ir
en su búsqueda y que además ahora ya se comenzaba a mover debido a que de un
momento a otro el tráfico de autos comenzó a fluir.
Una
vez en el taxi, Kibum se dio cuenta de que había olvidado en el asiento su
celular y lo peor era que ni siquiera había concluido la llamada con Minho. De
seguro su esposo estaba enojado y preocupado debido a que no sabía que es lo
que pasó para que dejara de hablar con él.
Afortunadamente,
el taxi comenzó a ir rápido a partir de ese incidente. En media hora estuvieron
frente al edificio en el que se ubicaba el departamento que el rubio compartía
con Minho. Jinwoon trató de bajar en sus brazos al chico, pero este se resistió
y se abrazó a Kibum. Resignado a tener que bajar con él, el rubio salió del
taxi sin perder contacto físico con el chico.
En
ese momento Minho, salía del edificio, desesperado por mirar si el rubio se
encontraba bien. Pero detuvo su avance cuando vio que su esposo se acercaba
abrazado a un chico.
—
¿Quién es este chico, Kibum? — pidió saber el alto
—
¿Podemos hablar en el departamento?— preguntó un poco enfadado el rubio. —
Paga el taxi, yo voy a subir — ordenó.
Una
vez que Minho despidiera por ese día a Jinwoon y pagara el taxi, subió al
departamento. Cuando entró al mismo, se encontró con Kibum en el baño,
desvistiendo al chico para bañarlo. Estaba tan asustado y vulnerable que Minho
sintió lástima, dejó sus preguntas para después y comenzó a ayudar a Kibum,
quien trataba de llenar la bañera.
Luego
de que asearan, curaran y le dieran un cuarto para que descanse, Kibum le contó
a Minho lo sucedido. Pero el alto no estaba muy convencido de que ayudarlo
fuera lo mejor: — Bebé, no sabes nada de él. Creo que lo mejor será llamar a la
policía, qué tal si se trata de un ladrón o estafador…
—Claro
que no. Si lo hubieras visto… estaba tan desesperado, al parecer alguien estaba
persiguiéndolo y nadie lo ayudaba, yo no podía dejarlo ahí…además, ¿viste su
cuerpo? Creo que lo violaron, Minho. Imagínate como debe sentirse…
—Está
bien, mañana hablaremos con él para saber a qué atenernos. Ahora gatito, vamos
a dormir ¿sí?— pidió el alto tomando de la mano a su esposo.
La
mañana llegó pintada por los rayos del sol, era sábado y Minho debía trabajar
hasta el mediodía pero decidió que lo mejor era quedarse en el departamento,
tratando de averiguar lo que le había pasado a aquel chico que Kibum ayudó.
Kibum
entró al cuarto en el que se encontraba el chico, se sorprendió porque ya
estaba levantado y permanecía acostado en un pequeño sillón de aquella
habitación.
—Hola,
quería saber si estás bien ¿necesitas algo?
—
No… yo… quiero agradecerte por haberme ayudado — habló quedito el chico.
—
No te preocupes, pero… ¿quieres contarme quien eres y lo que te pasó?—
—
Me llamo Lee Taemin, tengo diecisiete años, soy coreano como tú y tu esposo. —
bajando la mirada triste, continuó: — Soy huérfano, hace aproximadamente un
mes, me escapé del orfanato en el que vivía. Pensé que afuera podía conseguir
algo mejor… pero me equivoqué — no pudo evitar que sus lágrimas corrieran por
sus mejillas. — Vagué por las calles de Seúl durante días, dormía en las calles
pidiendo caridad… y una noche, dos hombres me forzaron a subir en un auto, me
golpearon y… me violaron — confesó llorando — y luego me subieron a un avión,
venía con más chicos y chicas, llegamos a Texas y después de varios días en la
cajuela de un auto, llegué aquí. Me encerraron en un cuarto y sólo lo abrían
para que entraran los hombres a los que me vendían. Y yo sólo pensaba que
quería morirme… ya no aguantaba más. —
sorbiendo la nariz, siguió — Ayer en la noche, después de que un hombre me
violara, dejó la puerta abierta, así que yo aproveché, me vestí con lo primero
que encontré y corrí, logré salir a la calle y pedí ayuda, pero nadie me
escuchaba… hasta que tú apareciste. — concluyó Taemin, llorando y gimiendo
angustiado.
—
Ya todo está bien… nadie te hará más daño — trató de calmar el rubio,
acariciando la castaña cabecita, dejándose abrazar por el chico.
Minho
quien se encontraba escuchando detrás de la puerta, pensaba que algunas
personas en este mundo no se merecían vivir. Esos tipos que le habían hecho
daño a Taemin, se merecían algo peor que la muerte, pero al fin y al cabo, el
no era nadie para juzgar, tarde o temprano, aquellos hombres pagarían sus
fechorías.
5 comentarios:
OMGF!! :O Enserio me ha encantado el cap y tu fic ni se diga .
En un principio pense que ese tal jinwoon ( creo que asi :/ ) que se hiban a costar
despues pense que a la aparicion de taemin ahi hiba a ver tema , pero a qui hay dos salidas
1- por cosas de la vida minho engañe a taemin porque le piense a gustar o viceversa y kibum al enterarse se valla con guardaspaldas
2-taemin se quede con kibum como su hijo y el su umma y todos contentos ...
Lo siento pero esque mi mente dibaga mucho y me empiece a himaginar cosas D:
PD: comonsoy anónimo simpre que te deje un comentario pondre "mari" para que si sepas que soy yo la que comenta :D
PD: Me he enamorado de tu fic y en AY te leia pero ahi no podia comentar :c
Mari~
Lo siento por mis faltas de ortografia :c
uhhh genial me encanta tu fic esta buieno lleno de mucha tragedia trama y demas me gusta lo q leo por eos lo sigo! ^^
Hola Mari!! No te preocupes por las faltas ;)
Pues,.. lamento decirte que ninguna de tus hipótesis es acertada, en el próximo capítulo creo que se aclarará un poco el futuro del fic. Gracias por comentar. Besitos!!!
Aruki, Muchas Gracias por leer y comentar... espero que el resto del fic igual de siga gustando. Saludos!!! ;)
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