CAPÍTULO 3
Kibum había citado a
Minho en su departamento. Dieron las ocho de la noche y el rubio esperaba
ansioso la llegada de su novio. Impaciente, se levantó del sofá en el que
esperaba, entró en su habitación y se miró en el inmenso espejo que tenía en
una de las paredes.
El reflejo del espejo
devolvía una figura vestida con un liguero negro de cuero, arriba las bragas
también de cuero negro, tenían la parte posterior al descubierto, dejando
desnudo y a la vista su sensual trasero. Sabía que a Minho le gustaba que se
vistiera de ese modo, ya que muchas veces habían jugado con ese tipo de ropas
cuando vivían en Seúl. Pero el liguero no era lo único que llevaba puesto
Kibum. Minho siempre le había dicho que parecía un gatito por la forma de sus
ojos y por la forma en la que solía caminar. Por esa razón, decidió coserse una
colita de gato en la parte de atrás del liguero y además compró un par de
coquetas orejas de gato, que tenían incluido un cascabel en cada una, por lo
que cuando Kibum caminaba se podía oír el tintineo leve de los mismos.
Esperaba que esta vez,
Minho no se resistiera a tener sexo y que valiera la pena vestirse de ese modo.
Porque la verdad es que le daba algo de vergüenza estar vestido así. Y en medio
de sus pensamientos, escuchó el sonido del timbre. Acomodando por última vez su
atuendo, se asomó por la puerta de su habitación y le gritó a Minho que podía
pasar.
A Minho le extrañó que
Kibum no fuera a recibirle en la puerta y que tan solo le gritara que pasara.
Pero de todas formas entró al departamento y le pareció aun más extraño que
todo estuviera a oscuras y que del único lugar del que provenía una tenue luz
fuera el dormitorio de Kibum.
Cuando entró a la
habitación, no supo si estaba soñando o alucinando.
Acostado de lado en la
cama estaba Kibum, vestido de la forma más sensual que hubiera visto nunca. Le
fascinó el liguero, cuyas medias de cuero apretaban a la perfección las
deliciosas piernas de su rubio. Casi se cae de la impresión al ver que el
trasero de Kibum estaba descubierto y le dieron unas ganas locas de tocar y
besar cada centímetro del mismo. Las orejas y la colita que Kibum sostenía y
acariciaba con una mano no pasaron desapercibidas para el alto.
Kibum caminó
sigilosamente hacia Minho:
- Meow. Meow. El gatito
quiere jugar – decía Kibum frotándose cual gatito en el cuerpo del alto.
La cordura de Minho en
ese momento se fue de paseo, por lo que de un tirón tuvo a Kibum pegado a su
cuerpo, su boca lamiendo y chupando la otra, su mano derecha apretando posesivamente
el trasero del rubio mientras la izquierda lo sostenía firmemente de la
cintura.
- Me vuelves loco
Kibum. Eres tan hermoso. Ya no puedo resistirme. Esta noche te lo haré como
nadie lo ha hecho. – le susurraba el alto entre beso y beso.
A Kibum le llamó la
atención eso de “ya no puedo resistirme” pero ya tendría tiempo para pedir
explicaciones. En ese momento, lo único que quería, era que Minho poseyera su
cuerpo. Así que con un rápido movimiento se liberó del agarre del alto y mostrando
su grácil trasero, apoyó sus brazos en el inmenso espejo. La posición era muy
sugerente, Kibum meneaba de un lado a otro su parte trasera, haciendo sonidos
de gatito, claramente quería que Minho se acercara.
Minho ni corto ni
perezoso, lo hizo. Y volviendo a tomar en sus manos las nalgas de
Kibum, comenzó a besar sus piernas, subiendo al trasero, donde dejó mordidas
que a Kibum le excitaron aún más; besó y lamió su espalda y sus hombros. Le
dedicó mucha atención al cuello, porque sabía que era un lugar erógeno del
rubio. Y no se equivocaba, Kibum frotaba sinuosamente su trasero con la
entrepierna aún cubierta del alto, sintiendo un placer nunca antes
experimentado, sintiendo que sus sentidos se agudizaban e intensificaban ante
las caricias y los besos de Minho. Y sabía el por qué de aquellas sensaciones,
sabía que se debían a que esta vez, ambos estaban conscientes del amor que se
tenían. No como en el pasado, cuando se entregaba por sentir tan sólo placer
sin ningún sentimiento de por medio.
Sin poder resistir más,
Minho se separó de Kibum, para ir en busca de lubricante, que afortunadamente
se encontraba encima del escritorio del rubio. Volviendo a besar el cuello de
su amor, untó el líquido en un dedo y fue introduciéndolo muy despacio en el
ano de Kibum, que lo había esperado en la misma posición, dispuesto a
satisfacer al alto. Kibum dejaba escapar gemiditos ahogados, mezcla de placer y
dolor. Pronto Minho tuvo tres dedos en el interior de Kibum, los metía y
sacaba, despacio y luego rápido, hacía movimientos de tijera para estirar
adecuadamente la entrada de su gatito. Una vez que estuvo listo, Minho se
desvistió con una rapidez descomunal y masajeando un poco su miembro, lo
introdujo en el ano bien lubricado de Kibum haciendo a un lado la colita de
gatito.
Kibum gimió sonoramente
cuando sintió la intromisión del pene de Minho en su interior. Pero pronto,
cuando comenzaron las embestidas, lo único que quiso fue gritar de placer.
Minho sabía cómo moverse, que tan profundo llegar para encontrar el punto dulce
de Kibum, ese que le hacía sentir tanto placer, tanto que parecía que moriría.
Minho se movía
incansablemente, rápido, lento, rápido, lento. Sin dejar de besar a Kibum hasta
perder el aliento, acariciaba las suaves tetillas, haciendo que Kibum se
derritiera por lo que le hacía sentir.
El orgasmo estaba cerca, pero aún quería que Minho siguiera amándolo, por lo que
nuevamente se soltó del agarre del alto y con un ágil movimiento se sentó
encima de su escritorio, abriendo las piernas, ofreciéndole a Minho todo su
ser.
Minho no desaprovechó
el gesto, se puso en medio de las piernas del rubio y de una sola estocada volvió
a meter su pene en el suave interior de su gatito. Y lo único que se escuchaba
era los gemidos y el golpeteo de la pelvis de Minho contra el trasero de Kibum.
Kibum desesperado por
todo el placer, apretaba incontrolablemente la espalda del alto. Mientras que
Minho introducía su lengua en la boca deliciosa y su mano le proporcionaba
placer al miembro del rubio.
- Ya… no puedo… me voy
a… correr – decía como podía Kibum
-Sí gatito, córrete
para mí – le contestaba en su susurro Minho.
Y apenas Kibum escuchó
aquello, llegó al orgasmo, sintiendo todo su cuerpo tensarse debido al intenso
placer. Unas cuantas embestidas más, y Minho acabó en el interior del rubio y
sólo en ese momento se dio cuenta que no había utilizado condón.
- Perdón gatito, me
olvidé de usar protección – musitaba el alto pegando su boca en el cuello del
rubio.
Negando con la cabeza
Kibum le contestó-: No, no importa. Estoy sano y yo sé que tú también. Además
ni tú ni yo nos vamos a volver a acostar con otras personas ¿verdad? –
preguntaba el rubio separándose un poco de Minho, mirándolo a los ojos.
-Sí mi amor, tienes
razón. – aseguraba el alto, con una sonrisita satisfecha.- Te amo – le decía
besándolo tiernamente.
- Yo también te amo,
Minho – le respondía el rubio, feliz.
Con cuidado, Minho
salió del interior de Kibum. Dándole un beso en la frente. Lo tomó de la mano y
lo llevó al baño, en donde se limpiaron entre besos, caricias y muchos te amos.
Esa noche, Minho le
confesó la razón por la que no había querido tener relaciones hasta ese
entonces con el rubio. Tenía miedo de
que una vez que tuvieran sexo, Kibum se alejaría, aún estaba inseguro de los
sentimientos del rubio y tenía miedo que lo dejara.
Kibum, entre besos, le
había dicho, que jamás lo dejaría. Porque lo amaba, porque él era la persona
con quien quería estar el resto de su vida. Porque a pesar de que extrañaba
mucho tener sexo, no volvería a ser sólo eso con el alto. Desde ese momento en
adelante, ellos siempre harían el amor. Minho ante esa declaración no se
resistió, y se apropió de la boca del rubio, poco a poco el calor y la pasión
renació y volvieron a hacer el amor.
En la mañana, Kibum se
despertó aún cansado. Le dolía el cuerpo, en especial, su trasero. Y con razón,
porque Minho, su pervertido Minho, lo había despertado en la madrugada, lo
había puesto de espaldas y lo había follado como si no hubiera mañana. Claro,
el no se quejaba, porque había tenido un orgasmo increíble. Pero su cuerpo sí
lo resentía.
Se levantó de la cama,
desnudo, salió de la habitación dirigiéndose a la cocina guiado por el olor a
café recién preparado y tostadas. Ahí encontró a Minho, tarareando una canción
que no reconocía. Mirando así de feliz a Minho, se dio cuenta que él lo era de
igual manera. Ahora sí se sentía completo, seguro del amor que Minho le tenía.
~
*^. ^*~
Los días y los meses
pasaron. Minho le había pedido al rubio que se mudase a su departamento, ya que
el de Kibum era más pequeño y además el de Minho estaba más cerca a la
Universidad y sus trabajos. Pero la principal razón, era que a Minho no le
gustaba que cada noche que hacían el amor, Kibum tuviera que irse. Y si no se
iba en las noches, se iba en las mañanas, porque tenía que recoger sus cosas
para ir a su trabajo.
Kibum aceptó encantado.
Porque le gustaba pensar que eran una pareja formal. Le gustaba pensar que
estaban comprometidos en todo sentido y que su compromiso era igual al de un
matrimonio.
Y así vivían ellos,
felices, plenos. Amándose profundamente. Sin sospechar siquiera que alguien
quería arruinar su relación.
~
*^. ^*~
Mientras Minho y Kibum
mantenían una feliz relación. Había alguien que no estaba conforme con la
felicidad de la pareja.
Lee Taemin había estado
esperando durante aquellos meses que
Minho se diera cuenta que Kibum no valía la pena, que seguía siendo un
cualquiera.
Pero eso no había
sucedido. Pensaba que debía tomar cartas en el asunto, mostrarle a Minho que
Kibum no había cambiado.
Por eso, haciendo uso
de todos sus ahorros contrató un investigador privado que le había
proporcionado entre otras cosas una lista de nombres de los hombres con los que
Kibum tuvo alguna vez que ver. El investigador había recalcado un nombre: Kim
Jonghyun.
El investigador le
informó que Jonghyun, había sido novio
del rubio en su ciudad natal, pero que habían terminado por las infidelidades
de Kibum. Despúes de saber aquello, Taemin supo lo que debía hacer para que
Minho regresara con él.
Taemin pensaba que nada
era demasiado o excesivo tratándose de recuperar a Minho, por lo que viajó un
fin de semana a Daegu, la ciudad natal de Kibum y lugar en que vivía Kim
Jonghyun. En un principio, su plan era encontrar a Jonghyun y convencerle de
alguna forma, no importaba cual, de que lo ayudara a separar al Minkey.
Pero, definitivamente
aún le quedaba algo de buena suerte. Porque cuando encontró al chico y le contó
por qué lo buscaba. Resultó que Jonghyun decía aún amar al rubio:
- Cuando se fue de
Daegu, para estudiar en Seúl, fui a pedirle a sus padres que me dieran su nueva
dirección. Pero no me la dieron – decía triste el chico, que llevaba el cabello
algo corto y castaño. – Mi familia no es millonaria como la de él o la de los
amigos que teníamos en común. Yo estudiaba con una beca en su colegio, fue por
eso que lo conocí, porque de lo contrario nunca lo hubiera hecho. Sus padres
nunca creyeron que mereciera a su hijo – contaba con anhelo Jonghyun. - Pero
nuestras diferencias sociales, no fueron un obstáculo para que lo amara y que
todavía lo haga. Me dediqué a trabajar, para mantener a mi familia, y el dinero
nunca me sobra. Por eso no he podido ir a buscarlo. Pero ahora que sé dónde
está, iré a traerlo de regreso. Su lugar está aquí conmigo, cerca de todas las
personas que lo quieren – terminaba de hablar Jonghyun con un brillo de
esperanza en sus ojos.
Taemin creía que este
chico era demasiado ingenuo, tonto. ¿Cómo podía seguir amando al rubio, después
de lo que le había hecho y del tiempo que había pasado? y sobretodo ¿Cómo podía
pensar que Kibum estaría dispuesto a regresar con él? Pero con un encogimiento
de hombros pensó que no importaba, mientras que Jonghyun le ayudara con sus
planes y se llevara a Kibum de Busán, el chico podía seguir en su nube.
~
*^. ^*~
Kibum salía de su
trabajo y se dirigía al departamento que compartía con su novio para prepararle
el almuerzo antes de irse a la Universidad. El semestre estaba por terminar, y
el siguiente sería el último para los dos de sus carreras. En las vacaciones,
Minho trabajaría a tiempo completo, Kibum lo hubiera hecho también si pudiera,
pero sus jefes no eran del todo accesibles. Les hacía falta el dinero para
comprarse un automóvil, aunque vivían cerca de la Universidad y les quedaba
cerca de su trabajo. Les gustaba viajar los fines de semana a visitar a la
madre de Minho en Seúl. Ella había aceptado su relación, pero también le había
hecho una advertencia al rubio: Si volvía a hacerle daño a su hijo, se
enteraría de lo cruel que podía ser una madre.
Kibum quería
presentarle sus padres y abuelos a Minho, pero este siempre decía que aún no
estaba preparado. Por todo lo que le
había contado Kibum, ellos eran unas buenas personas pero eran muy
poderosas y reconocidas en el país. Quería darles una buena impresión, que
sintieran que nadie amaría como él a su hijo y nieto. Además era dispensable
para Minho llevar a su madre, porque quería que el encuentro con los padres de
Kibum fuera muy formal. Quería que supieran que consideraba a Kibum su marido,
a pesar de que su unión no fuera legal en el país.
Kibum sonreía
tiernamente al pensar, en Minho y el que lo considerara su marido. Se escuchaba
tan cursi, pero tan bien…
No terminó su
pensamiento, porque frente a él, en la entrada al edificio en el que vivía, se
encontraba parado Jonghyun. Su primer novio.
- Hola Key – le saludó
sonriente Jonghyun queriendo abrazarlo, pero Kibum rechazó ese gesto, dándole
la mano.
- Hola Jong, cuánto
tiempo… - decía muy sorprendido el rubio.
- Sí, ¿puedo pasar? –
preguntaba el castaño mirando al interior del edificio.
Kibum un tanto dudoso
aceptó dejarlo pasar. Pero le dijo que debía preparar el almuerzo para su novio
y él, ya que después partirían a la Universidad.
La mueca de desagrado
que se formó en la cara de Jonghyun, le dijo a Kibum que no le había gustado
para nada que mencionara a su novio.
El tiempo que pasó
mientras Kibum preparaba el almuerzo fue muy incómodo. Hasta que Jonghyun se decidió
a hablar:
- Te estuve buscando,
Kibum. Incluso les pedí a tus padres que me dijeran tu dirección, pero ya sabes
que a ellos nunca les gusté
- ¿Para qué me
buscabas? Y sabes bien por qué no les agradabas a mis padres…
- ¿Por qué te buscaba?
Porque aún te amo, nunca debimos terminar,
Kibum, lo sabes…
- No Jong, sé que te
herí al engañarte con otros hombres. Pero yo terminé la relación, porque nunca
te quise. Conforme pasaba el tiempo me di cuenta que sólo te utilizaba para que
me dieras drogas. Mis padres se dieron cuenta y por eso no te querían.
- Eso ya pasó. Debes
darte cuenta, que todavía me amas. Yo sé que lo haces. Hace tiempo que debiste
volver a Daegu, Kibum- replicaba Jonghyun severamente
- No. Lo único que me
ata a esa ciudad, son mis padres y abuelos. Pero mi vida está aquí o donde esté
Minho, mi novio. – decía Kibum seguro.
Jonghyun al escuchar
aquello, lanzó un plato que Kibum había utilizado al cocinar-: Ni siquiera lo
menciones, sé que siempre te ha gustado acostarse con quien se te pusiera
adelante, pero al único que puedes amar es a mí – espetaba el castaño.
- No sólo me acuesto
con él, Jonghyun. Yo lo amo con todo mi corazón. Y si no entiendes eso, es
mejor que te vayas y no regreses.
En ese preciso momento,
entraba al departamento Minho.
- ¡Gatito, amor! ¿Dónde
estás? – le llamaba Minho.
Kibum aprovechó y se
dirigió al encuentro de su novio:
-Hola, mi amor ¿Cómo te
fue? – le preguntaba el rubio un tanto nervioso, dándole un beso en los labios.
- Bien, pero ¿Qué pasa?
Te noto…
No terminó de hablar
porque de la cocina salía Jonghyun, quien lo saludó y se presentó como un amigo
de Kibum.
Minho sabía que algo
raro pasaba entre ellos. Porque Kibum evadía su mirada y Jonghyun miraba
fijamente al rubio.
- Bueno, me voy.
Hablaremos otro día, Key – se despedía saliendo del departamento, Jonghyun.
Minho le pidió
explicaciones de lo sucedido y de su actitud, pero Kibum tan sólo le dijo que
era la impresión de ver a su amigo después de varios años.
Minho no le creyó del
todo.
~
*^. ^*~
Días después. Kibum
volvió a encontrarse con Jonghyun en el mismo lugar. Esta vez, Jonghyun le
insistió en ir a tomar algo en un bar. Kibum, aceptó. Porque pensó que era eso
o que el castaño le hiciera un escándalo en la puerta del edificio donde vivía.
Mientras caminaban en
dirección a un bar que quedaba algo lejano de donde se encontraban. Jonghyun no
dejaba sus manos quietas.
Continuamente acariciaba al rubio. Le tomaba de la
mano, le acariciaba el cuello o la espalda, lo abrazaba y hasta un beso en la
mejilla le dio. Kibum trataba de alejarse de Jonghyun, pero siempre lo tomaba
desprevenido y el rubio reaccionaba tarde ante los avances de su ex novio.
Llegaron al bar, y
Kibum decidió que era mejor terminar con aquella situación incómoda de una vez
por todas.
- Ya fue suficiente.
Quiero que me dejes en paz, Jonghyun. No quiero tener nada que ver contigo –
aseveró el rubio
- Eso no es posible. La
única manera de que te deje en paz, como dices. Es que vengas conmigo a Daegu.
- Y para qué. Ya te
dije que yo nada tengo que hacer ahí – alzaba la voz Kibum
- Claro que tienes algo
ahí. Yo vivo ahí, y tú debes estar conmigo, Kibum – aducía Jonghyun tomando
bruscamente la cintura de Kibum.
- Suéltame. Yo ya tengo
una vida aquí. Junto a mi marido, Minho. Así que déjame en paz – gritaba el rubio tratando de zafarse del agarre.
- Ay por favor, ¿tu
marido? Si alguien se merece ese título soy yo, ¿entendiste?
- ¡Estás loco!
¡Suéltame!- exigía desesperado Kibum
Jonghyun lo besó,
sorprendiéndolo. Por lo que al principio no hizo nada por separarlo, pero una
vez que fue consciente de lo que sucedía. Lo empujó bruscamente.
-Se acabó. Aléjate de
mí. Si vuelves a acercarte, llamaré a la policía – decía Kibum, ante la mirada
de algunas personas que se encontraban en aquel bar.
-Será mejor que se
vayan los dos, ahora – les pedía el hombre que había estado resguardando la
puerta cuando entraron.
Kibum salió corriendo
del lugar. Jonghyun lo persiguió, pero no logró alcanzarlo. Sin embargo lo que le
había sido encomendado lo había hecho.
Notas: aquí están los links de las fotos del liguero:
http://i40.tinypic.com/2ykkkn7.jpg
y de las orejas de gato:
http://i39.tinypic.com/2yzll4o.jpg
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