Mi razón de ser (Cap 11)

Hola!! que verguenza cómo me tardo en actualizar, pero en serio que sí he querido escribir pero no puedo plasmar mis ideas, mi cerebro se frió :D. Pero ya estoy aquí. Muchas Gracias por comentar el capi de NTEM a Milagros, Anónimo??? (eras tú otra vez Milagros??,agradecería que me dejaran un seudónimo, nick o nombre al final del comentario y así poder saber quien lo escribió :)), a Myleena, a Mari, a Yuuki Nii, a Yuniel y a Ji Sang Song; las quiero chicas, yo pensé que ya nadie me iba a comentar y estoy muy contenta de tener lectoras como ustedes ;-;
Ah, por si acaso, contesté los comentarios que me enviaron en NTEM, por si les interesa ;)

Aquí les dejo el capi y un par de canciones que pienso dicen mucho de lo que siente Kibum en la historia.  

CAPÍTULO 11

Aquel domingo había amanecido nevando, eran mediados de diciembre y el clima se mostraba frío y lluvioso. Kibum estaba en su habitación, sentado en la cama acomodaba y guardaba en una caja de cartón las pequeñas ropitas que había comprado para su bebé; tarea que ya no podía posponer si quería volver a vivir como se lo había pedido Taemin. Aunque él consideraba que más que vivir, lo que haría era sobrevivir.

Su brazo todavía debía permanecer inmóvil durante varias semanas más por lo tanto, muchas de las tareas que antes daba por sentado, ahora le resultaban difíciles de realizar. En ocasiones se desesperaba y tenía deseos de quitarse las vendas y el cabestrillo, pero luego se tranquilizaba y razonaba que si lo hacía, sería peor para él y que seguramente su brazo sufriría las consecuencias de aquello. Así que, con el pasar de los días, el rubio había llegado a un acuerdo consigo mismo y con sus limitaciones y era así que en ese momento; con la mayor paciencia del mundo, doblaba con una sola mano las pequeñas prendas y las introducía con cuidado en la caja.

Kibum no podía dejar de sentir una enorme tristeza al ver aquella ropita que nunca utilizaría, porque después de todo lo que había pasado en su vida; estaba seguro que no volvería a embarazarse. Si no era de Minho no quería hijos, ni matrimonio ni nada que implicara una vida sin el hombre que amaba y que sentía, amaría por el resto de su vida.

Suspiró profundamente, tratando de aliviar el dolor que lo abatía a cada momento, ese dolor que le oprimía el pecho, que formaba un nudo en su garganta y que se convertía en lágrimas. Porque ya estaba cansado de llorar, desde que Minho lo había dejado era lo único que ocupaba su tiempo. Pero a veces era inevitable no llorar; como en aquellas noches que despertaba buscando el calor de su ex esposo y no lo encontraba.

Al menos le consolaba que Taemin y la señora Hye seguían a su lado. No esperaba que después de contarles su pasado y lo que había planeado hacer con Minho, ellos quisieran estar cerca de él. Sin embargo, ya les había confesado todo y a pesar de eso, ellos estaban dispuestos a seguir en aquella casa acompañándolo. Incluso Jinwoon había demostrado ser un buen amigo, pues también sabía la verdad y no había pasado un solo día en el que dejara de visitarlo.

Jinwoon le había contado que ya no trabajaba para Minho y que se debía a que después de la forma en que lo había tratado en aquella clínica, su único deseo era golpearlo. Así que para evitar problemas y que lo metieran a la cárcel por agredir a su jefe, había preferido renunciar. Por ese gesto, Kibum lo había reprendido pero también apreciaba aún más a Jinwoon.

Volvió a suspirar al recordar aquello. Se sentía bien tener a su lado personas que lo querían y con las que podía contar. Miró su mano izquierda con anhelo, mejor dicho; miró los anillos de compromiso y matrimonio que aún permanecían en su dedo anular. En todo ese tiempo no se los había quitado para nada más que bañarse y lavarse las manos, pues eran la prueba de que alguna vez Minho lo amó y que fue feliz a su lado.

Taemin quería que se los diera para guardarlos, pero Kibum no se sentía capaz de dejar ir todos los recuerdos hermosos que le traían aquellos anillos, todavía no. Quizás se debía a que aún conservaba la esperanza de que Minho volviera y lo perdonara, la verdad era que Kibum estaba dispuesto a esperarlo el tiempo que fuera necesario.

El timbre de la casa resonó en sus oídos, sobresaltándolo.

Kibum estaba solo en la casa ya que la señora Hye y Taemin habían ido a comprar en el supermercado por lo que, dejando a un lado una prenda de bebé se levantó de la cama en dirección al primer piso.

Al abrir la puerta, Kibum se encontró con dos hombres desconocidos, le llamó la atención que uno de ellos; el más joven, luciera nervioso. El chico habló vacilante:

— Buenas Días… ¿Se encuentra Taemin?

— No, pero no debe tardar en llegar. Si quieres puedes esperarlo— contestó el rubio, tratándolo con familiaridad y suponiendo que el chico era compañero de clase de Taemin, le preguntó: —¿Tienen algún trabajo pendiente?

— No. No vinimos por eso… en realidad, tenemos una propuesta que hacerle, pero creo que también podríamos hablar con usted ¿Cierto?— intervino el otro hombre, con una sonrisa coqueta en el rostro.

Y fue en ese momento que Kibum reparó en la presencia del otro hombre. Al ver aquella sonrisa en el rostro de aquel, el rubio pensó que era un tipo algo arrogante.

— ¿De qué trato habla?— inquirió el rubio, con expresión seria.

— ¿Podemos pasar? Creo que es algo que debemos discutir detenidamente— pidió el chico menor.

Kibum asintió, dejándoles entrar a la casa y dirigiéndoles a la sala de estar.

—Creí que eras compañero de Taem en el colegio…— adujo Kibum, una vez que se sentaron.

—No estoy en la misma clase que él, pero sí vamos en el mismo año. Soy Kai y él es mi primo Woohyun— se presentó, señalando con la mano al otro hombre, quien estaba sentado a su lado.

— Kibum, mucho gusto—contestó el rubio, algo incómodo por la forma en que lo miraba el tal Woohyun—. Soy el tutor de Taemin.—completó.

— ¿Su tutor?— Expresó con sorpresa Kai—. Pensé que eras su hermano… —vaciló el chico, curioso por saber más sobre Taemin ¿Dónde estaban sus padres?

—No. Sé que podemos parecerlo, pero Taemin es más como mi hijo. Él y yo somos algo así como una familia disfuncional— trató de bromear.

En todo caso, — volvió a hablar Kai, quería conocer más sobre la vida de su ángel; pero sabía que Kibum no le diría más a alguien que acababa de conocer, así que cambió de tema — el otro día, Taemin llevó al colegio un pastel de chocolate para vender y la verdad es que me encantó— aseguró el chico.— Mi tío y mi primo aquí presente son dueños de una de las panificadoras más importantes de Corea, y… sé que necesitan el dinero, por eso quiero ofrecerles un negocio.

Kibum se removió nervioso en su asiento, sabía que Taemin había vendido las rebanadas de pastel en el colegio, pero no creía que le hubiese contado a alguien sobre su situación económica.

El negocio consiste en que ustedes preparen para la panificadora las cantidades de postres que aquí se detallan— continuó Kai, extendiéndole una carpeta. —Yo confío en que ustedes cumplirán con lo establecido… a cambio recibirán el 80% de ganancias y para comenzar, nosotros les proporcionaremos los ingredientes por lo que las ganancias serán un poco menores para ustedes… pero solo será hasta que tomen el ritmo de producción.

Mientras Kai decía todo lo anterior, Kibum había estado leyendo el contenido de la carpeta y lo cierto era que el trato era muy bueno. Además, él sabía elaborar todo los postres que se suponía debían preparar, su tiempo de trabajo en aquella panadería, no había sido en vano y el hornear y decorar postres era lo que mejor se le daba, Minho siempre se lo decía. Solo que no creía ser capaz de hacerlo con una sola mano…

— ¿Y bien?— le preguntó algo ansioso Kai. Esta era la oportunidad perfecta para acercarse a su ángel pero sabía que, siendo su tutor,  la decisión final la tenía el chico rubio.

— Está bien. Estoy seguro que lo lograremos, la verdad es que el pastel lo hizo la señora Hye, ella es como una madre para mí y estoy segura que estará encantada de ayudarnos. Yo también ayudaré, hubo un tiempo en el que trabajé en una panadería y allí aprendí mucho…

— ¿Crees que lo puedas hacer?— le interrumpió Woohyun. —Tienes solo un brazo sano… por cierto, ¿Puedo saber que te pasó?— inquirió el hombre muy interesado en la respuesta.

—Sufrí un accidente —alegó el rubio. — Estoy consciente que en mi estado no soy de mucha ayuda, pero haré todo lo posible por colaborar hasta con la más mínima tarea. Créanme, lo lograremos y ustedes quedarán muy satisfechos con los resultados.

—Estoy seguro… —quiso hablar Kai, pero su primo lo interrumpió.

— ¿Y su marido también sabe preparar postres? Seguro que si no es capaz de mantenerlos, al menos colaborará ¿No?— preguntó con cinismo Woohyun. Desde que había visto al rubio se había quedado prendado de él, Kibum era hermoso y toda una serie de ideas pecaminosas se le pasaron por la mente… hasta que vio los anillos en el dedo anular de la mano izquierda. El precioso rubio estaba casado, pero quizá eso no era impedimento para sus planes; tal vez Kibum no era feliz y él podría mostrarle el paraíso en su cama. Además estaba el hecho de que había mencionado que Taemin y él eran una familia disfuncional ¿Estaría separado de su marido?

—No entiendo por qué a usted le interesa saber sobre mi marido, señor— respondió Kibum con una mirada hostil. —Pero solo para que no haya malos entendidos, le diré que mi esposo está de viaje, no nos podrá ayudar porque tardará algunos meses en regresar; es por eso que dije que solo éramos Taemin y yo—mintió, era mejor que ese tipo creyera aquello porque le irritaba que mostrara interés en él.

—Bien, usted tiene razón, esos asuntos no nos incumben— intervino Kai, mirando con seriedad a su primo, quien no le quitaba la mirada de encima a Kibum. ¡Parecía que quería desnudarlo ahí mismo!—. Mañana en la mañana, les traeremos los ingredientes para que comiencen con el trabajo.  Tomando al idiota de su primo por el brazo, se despidió: — Ha sido un gusto conocerlo y… perdone por las impertinencias.

—No hay problema, te agradezco mucho por el trato. Aunque no sé por qué lo haces— indagó el rubio. Tenía una sospecha de lo que pasaba, pero era mejor corroborarlo.

—Yo… quiero ayudarles y la mejor recompensa será poder acercarme a Taemin—confesó Kai, con cierto brillo en la mirada que le confirmó a Kibum sus sospechas.

Kai y Woohyun salieron de aquella casa, el primero con una sonrisa en el rostro por la perspectiva de acercarse y conocer mejor a su ángel y el segundo…bueno, a Woohyun lo único que le interesaba era volver a ver a Kibum para tratar de convencerlo de que su cama era el mejor lugar del mundo.

—No sé por qué te traje, Woohyun. El tutor de Taemin está casado, estoy seguro que viste los anillos en su dedo y sin embargo te portaste como un imbécil.— le recriminó Kai a su primo, mientras éste conducía.

—Sí, los vi. Pero hay algo raro ahí, él dijo que solo eran Taemin y él. Además, esos anillos son muy costosos, incluso la casa es lujosa, no entiendo cómo es que entonces no tienen dinero.—razonó Woohyun.

—No sé, no investigué a fondo sobre la vida de Taemin. Tan solo me interesaba saber donde vivía…

— Quizá, su marido es un traficante y a Kibum no le gusta recibir dinero sucio, por eso es que aceptó gustoso el trato.

— No inventes estupideces. Él dijo que su marido estaba de viaje, seguramente antes tenían dinero y lo perdieron por alguna razón.

—Mejor así, el hecho de que necesiten dinero puede ser una ventaja para mí. Puedo ofrecerle cosas a ese hermoso rubio que su marido no. Tal vez deba comprarle alguna joya…

— ¡Maldita sea, Woohyun! Estoy tratando de acercarme a Taemin, no creo que me ayude que tú quieras conquistar a su tutor; por muy hermoso que sea, es un hombre casado.

—Me gustan los retos.

*.*.*

Minho se había mudado a Nueva York el viernes por la mañana. Llevaba en aquella ciudad apenas dos días y ya sentía que extrañaba a Seúl, su casa y… a Kibum. Porque por más que quisiera negárselo a sí mismo, el rubio le hacía falta, aún lo amaba.

Quería que eso cambiara, no podía seguir pensando en él, quería olvidar el engaño y las  mentiras. Recordar lo que había hecho Kibum dolía y ya no quería que fuera así, por eso había tratado de ocupar su tiempo organizando su nuevo departamento y leyendo documentos de trabajo.

Había logrado su objetivo en gran medida, pero llegó un momento en el que ya no quiso seguir encerrado en el departamento, así que se le ocurrió llamar al único amigo que tenía en la ciudad. Luego de una corta conversación, quedaron en encontrarse en una cafetería cercana a su departamento.

TriBeCa era un barrio muy concurrido de Manhattan, lleno de lugares VIP, incluidos departamentos de lujo. A Minho le había parecido un buen lugar para vivir, ya que tendría a su disposición una gran cantidad de restaurantes, bares y clubs que le ayudarían a ocupar su mente en otra cosa que no fuera Kibum.

Esa tarde de domingo, Minho esperaba pacientemente a Luhan en uno de las tantas cafeterías exclusivas del barrio. Aún no le había contado a su amigo lo que había pasado con Kibum, quería desahogarse con alguien y esperaba que Luhan pudiera entenderlo y darle el consuelo que tanto necesitaba.

La llamada de Minho, había sorprendido gratamente a Luhan. Porque después de que se fuera a Corea no habían vuelto a comunicarse y pensó que pasaría mucho tiempo antes de volver a verlo, sin embargo le había dicho que estaba en Nueva York y Luhan se alegró mucho de que el alto quisiera verlo y hablar con él.

*.*.*

Durante su encuentro en la cafetería, Minho le contó a Luhan todo lo que había pasado con Kibum; desde lo que había visto en los videos hasta lo que había ocurrido el día que Kibum firmó los papeles de divorcio.

Luhan estaba atónito. Desde la primera vez que vio a Kibum, había creído que era un chico sumamente especial, alguien que amaba profundamente a Minho. Había estado seguro que el rubio haría feliz a Minho y por eso, a pesar de sentir cosas por el alto no había interferido de ninguna manera en aquella relación.

Estaba en desacuerdo con que Minho haya decidido dejarlo todo por la paz y no denunciar a Kibum por lo que había planeado hacerle pero entendía que su amigo lo había hecho por el amor que todavía le tenía a su ex esposo.  Ahora él quería olvidar, comenzar de nuevo y Luhan iba a hacer todo lo posible para que lo lograra.

*.*.*

La mañana del lunes había comenzado algo ajetreada para Kibum, Taemin y la señora Hye. A las siete de la mañana el timbre sonó en la casa, poniendo de mal humor a Taemin que sabía que ni la señora Hye ni Kibum se levantarían para ver de quien se trataba ya que ellos solían tener el sueño muy pesado a diferencia de él que escuchaba siempre hasta el más mínimo ruido en la casa.

Más dormido que despierto abrió la puerta y le sorprendió ver en frente suyo a aquel chico al que le había vendido la última rebanada de pastel y no era porque no supiera del trato que había hecho con Kibum el día anterior sino porque no esperaba que fuera él mismo quien les entregara los ingredientes para la preparación de los postres.

El día anterior, apenas llegó del supermercado, Kibum le había puesto al tanto de la visita de Kai y su primo así como de la propuesta para preparar los postres. Taemin no entendía por qué el chico quería ayudarles, apenas si lo recordaba y el que de pronto apareciera en su casa a ofrecerles ese negocio era algo incomprensible… hasta que recordó que aquel chico le había pedido una cita ¿Lo había hecho por eso? ¿Será que quería algo a cambio? 

Aún así, necesitaban el dinero y aquella era una  buena oportunidad para mejorar su situación económica. Habían hablado con la señora Hye y ella estaba gustosa por colaborar, a Taemin no se le daba muy bien eso de hornear pero tampoco era un inútil así que junto con Kibum,  se pusieron el firme propósito de cumplir con los pedidos. Después de todo podrían conseguir dinero trabajando con personas queridas.

Esa mañana, Kai había ido a la casa de su ángel con la esperanza de verlo y hablar con él, pero no se imaginó que tendría tanta suerte de ver a Taemin en pijama y con los ojitos adormilados, aquella imagen era simplemente hermosa. Una vez más los nervios lo invadieron y lo único que salió de su boca fue algo así como un murmullo entrecortado en lugar de un saludo.

— ¿Vienes a dejar los ingredientes?— le preguntó Taemin, tratando de despertarse por completo.

— S…sí, sí — fue todo lo que respondió Kai.

—Bien, voy a llamar a mi omma. Pasa, si quieres.

Kai vio como su ángel subía por las escaleras, parecía un niño pequeño…un momento, ¿Había dicho “mi omma”?

La pregunta se la respondió el mismo cuando minutos después bajó el tutor de su ángel, que al igual que este, estaba adormilado y en pijama. Apenas el rubio lo vio, le sonrió amablemente y lo siguiente que hicieron fue comenzar a trasladar los ingredientes del camión estacionado fuera de la casa hacia la cocina. Las cosas más pesadas eran los sacos de harina, de azúcar y cartones de mantequilla, lo demás era fácil de cargar, por eso no se tardaron demasiado en aquella tarea y en media hora ya tenían todo dentro de la cocina.

Kai se sentía como en el paraíso al poder tener tan cerca a su Taemin. Era tan lindo, con una sonrisa hermosa y esos ojitos inocentes… le daban ganas de abrazarlo y besarlo. Quería permanecer más tiempo en aquella casa pero ya no tenía excusas para hacerlo, así que algo decepcionado se dirigió a la cocina para despedirse de Taemin, Kibum y la señora Hye.

Para su sorpresa, antes de que pudiera decir una palabra; Taemin habló con él:

— Mi omma quiere que te quedes a desayunar y también… yo quería agradecerte por darnos esta oportunidad de conseguir dinero, tú… ¿Tú quieres algo a cambio?– le preguntó cabizbajo. Había estado pensándolo y si Kai quería algo de él a cambio de ese negocio, estaba dispuesto a dárselo, después de todo se trataba de un trabajo muy beneficioso para ellos.

Kai lo miró sorprendido. Al parecer su ángel se había dado cuenta de sus intenciones o bueno, al menos tenía una idea de lo que deseaba. Sin embargo, no quería que pensara que él era un aprovechado, aunque sí lo fuera o al menos lo había sido antes de conocer a Taemin: —Mi intención principal es la de ayudarlos, pero sería mucho pedir que… ¿Quieres salir conmigo?—pidió demasiado ansioso, atreviéndose al fin a preguntar lo que tanto quería.

Taemin alzó su mirada y la fijó en los ojos de Kai, él aún no estaba listo para que lo tocaran o besaran pero había algo en la forma de ser del otro chico que le llamaba la atención. Tal vez era ese nerviosismo extraño o la forma en que se le quedaba viendo fijamente, fuera lo que fuera quería ser como el resto de chicos; quería tener amigos y citas, por eso aceptó.

Taemin asintió levemente y ese simple gesto hizo a Kai más feliz de lo que jamás se imaginó serlo con un simple movimiento de cabeza. Pero es que era un sí, un sí para salir junto a su ángel y poder demostrarle cuánto le importaba.

— ¡Perfecto! Entonces, ¿Cuándo quieres que te recoja para nuestra cita?— le preguntó más emocionado que un niño en una juguetería.

—Creo que estaremos ocupados toda la semana, pero puedes venir en cualquier momento aquí, yo… no quiero que me lleves a ningún lado, ¿Te molestaría que nos quedáramos en la casa?

—No, en absoluto. Si te sientes más cómodo así, lo entiendo — la verdad era que estaba un poco decepcionado pero de ninguna manera pensaba desperdiciar la oferta de su ángel. — Será como tú quieras —finalizó Kai, acercándose intempestivamente a Taemin y dándole un fugaz beso en la mejilla.

Taemin no tuvo tiempo de reaccionar, simplemente se quedó parado ahí, en la entrada de la cocina. Y aunque había sido inesperado, el gesto no le desagradó.

Mientras desayunaban, tuvieron la oportunidad de conocerse mejor. Kai les dijo quienes eran su familia y que aunque tuvieran mucho dinero no le gustaba que lo identificaran por eso. Taemin le confesó que era huérfano y que había sido adoptado por Kibum y su esposo. Que estaba agradecido con ellos por hacerlo y por eso, para conseguir dinero había vendido las rebanadas de pastel.

Kibum los observaba en silencio, contento porque al parecer Taemin estaba dejando de lado sus traumas.

—.—.—.—

Tres meses más tarde.

Casi era mediodía y Minho despertaba con resaca. El día anterior, sábado por la noche, había salido con Luhan a un club exclusivo. Disfrutaron mucho bailando, bebiendo y riendo como locos. Abandonaron el lugar a las tres de la mañana y debido a que estaban demasiado borrachos, decidieron ir al departamento de Minho ya que estaba a tan solo un par de cuadras.

Ni siquiera habían sido capaces de quitarse la ropa, apenas llegaron al departamento, cayeron desparramados en la cama de Minho y se durmieron al instante debido a su estado de embriaguez.

El dolor de cabeza lo estaba matando, era como si le taladraran la cabeza al mismo tiempo en que el mundo giraba estrepitosamente. Minho trató de incorporarse, pero un peso en su pecho lo detuvo, entonces fue consciente de que Luhan yacía dormido casi encima de él. Con cuidado de no despertarlo, se levantó para ir al baño.

Se miró al espejo y se asustó de su propio reflejo, su rostro estaba tan demacrado que casi no se reconocía. Sabía que aquello era producto de los fines de semana que había ocupado perdiéndose en alcohol en bares y clubs del barrio. Agradecía que, en cada ocasión, Luhan lo hubiera acompañado, él había sido un gran apoyo.

Durante el tiempo que llevaba en Nueva York, Luhan no se había despegado de él para nada más que trabajar. El resto del tiempo, lo pasaban juntos y aunque la mayoría de veces, el tiempo lo ocupaban en emborracharse; también iban al cine, teatro o a tomar café. No sabía que sería de él sin Luhan.

Salió del baño después de ducharse, tan solo con una toalla enrollada en la cintura y lo primero que llamó su atención fue Luhan, su amigo era muy bonito; ahí en su cama totalmente dormido, acurrucado con los brazos bajo su cabeza y sus largas pestañas, tentándolo con su dulce rostro. Sería muy fácil aprovecharse de lo que sentía su amigo, porque Minho lo sabía; Luhan le quería más que de forma fraternal. Pensaba que no era correcto darle esperanzas e involucrarse con alguien que lo había ayudado tanto, pero… quería olvidar, quería ser feliz y quizá… Luhan podría ayudarle a lograrlo.

Su teléfono celular timbró, sacándolo de sus pensamientos. Minho lo buscó en la chaqueta que se había quitado en el baño. Era Taemin quien lo llamaba. Por lo general hablaba con él, el primer sábado de cada mes, es decir el día anterior; se le había olvidado llamarle y seguro por eso estaba haciéndolo Taemin:

—Hola Taem, ¿Qué se te ofrece?

“Hola Minho, ayer no llamaste y la verdad es que necesito tu firma para un permiso, es que el próximo fin de semana los del club de danza viajaremos a Busán para una presentación…”

— ¿Y no puede firmártelo Kibum? Él también es tu tutor.

“Sí, pero tú eres mi representante en el colegio. La profesora me dijo que tu firma está en todos los papeles y que es tu firma la única válida”

Era cierto, lo había olvidado: — Tienes razón, debí cambiar eso antes de irme de Corea.

Hubo un silencio incómodo por varios segundos, entonces Taemin preguntó: “¿Por qué no me avisaste que te ibas a vivir a Nueva York?”— había ido a buscar a Minho en su oficina en Seúl, pero le habían dicho que no estaba trabajando ahí porque se había mudado a Nueva York.

Llevaba tres meses en Nueva York y no había considerado necesario decirle a Taemin que se iba a vivir a Nueva York, no quería que él o Kibum interfirieran de alguna manera en su partida. Sabía que si se le hubiera dicho a Taemin, este a su vez le hubiera dicho a Kibum y a decir verdad tenía miedo de que fuera a buscarlo para tratar de convencerlo de que no se marchara. Es decir, pensaba que eso es lo que hubiera hecho el Kibum que él conocía, pero quien sabe; al fin y al cabo nunca había conocido de verdad al rubio. De todas formas quiso evitar cualquier contratiempo, por eso no se lo había dicho a Taemin.

—Quería tomarme un tiempo para organizar mi vida aquí, Taem. Pero no es nada en contra tuyo —le aclaró el alto.

“Yo sé que estás enojado con Kibum, pero ¿Era necesario ocultar tu partida a Nueva York?”— Inquirió enfadado el chico, — “Mi omma ya lo sabe y se puso muy triste…”

—No me interesa, Taemin. Solo quería… estar en paz, aquí estoy más tranquilo y podré comenzar de nuevo— espetó igual de enojado.

“Kibum te ama, Minho. No creo que eso sea poca cosa y claro que debería interesarte porque le hace daño tu actitud, él no es malo y se merece una oportunidad”

—Taem… por favor, no hablemos de eso. Lo que tuve con Kibum acabó por su culpa y… cambiemos de tema ¿Sí?— casi suplicó el alto. No quería discutir, aunque se quedó con las ganas de preguntarle cuándo es que él se había convertido en el villano y Kibum en la víctima.—Envíame el permiso por correo, luego te mando mi dirección postal, creo que a más tardar, lo tendrás de vuelta el jueves ¿Te parece bien?

“Está bien, Minho”

—Cualquier cosa que necesites, en cualquier momento, puedes llamarme. No pienses que porque estoy en Nueva York me voy a olvidar de ti, llevo tres meses aquí y nos hemos mantenido en contacto, eso no cambiará — le aclaró Minho.

“Lo sé, pero… ¿Sería mucho pedir que hablaras con Kibum?”

— ¿Para qué, Taem? ¿Yo sé que con el tiempo, las heridas sanarán y todo quedará en el pasado… tal vez algún día podamos hablar pero todavía no.

“Es que él te necesita. Estuvo todo un día encerrado en su cuarto cuando le conté que te habías ido a vivir a Nueva York”— le confesó Taemin, queriendo sensibilizar al alto.

— ¿Pero ya está bien, cierto?— era verdad que trataba de olvidarlo pero no podía evitar preocuparse por él.

“Sí, se podría decir que sí. Aún así, la tristeza no desaparece de sus ojos”

—Tiempo al tiempo, Taem. Todo pasa en esta vida— aseguró melancólico. —Tengo que colgar… adiós, Taem. —Se despidió Minho, al percatarse de que Luhan se había despertado.

Quería… no, tenía que convencerse de que lo mejor era olvidar su pasado, ese que estaba en Seúl y que tenía nombre y apellido. En ese preciso momento tenía en frente a su presente, alguien que siempre había considerado un gran amigo y que ahora esperaba le pudiera ayudar a rehacer su vida.

...

Psda 1 de 3: me gustaría que me dijeran si tienen algún problema cuando entran al blog, cambíé unas cosas y quiero saber si está funcionando bien  ;)

 Psda 2 de 3: otra canción

Psda 3 de 3: Key's aegyo: